El Caribe inexplorado de Guatemala

Historia por: Jorge Rodríguez Fotografía por: Jorge Rodríguez Sáb 23, Mar 2024

El cañón del Río Dulce es un destino único en Guatemala, conocido por su belleza natural y su biodiversidad. Ubicado en la región caribeña del país, este cañón es la desembocadura del río en la Bahía de Amatique y se extiende a lo largo de unos impresionantes 16 kilómetros.

Lo más notable de este paisaje son sus imponentes paredes de roca caliza que bordean el río, cubiertas por una exuberante vegetación verde que sirve de hogar y refugio para una gran variedad de aves residentes y migratorias. “A esta zona le llamamos el golfete y en ella realizamos tours de avistamiento de aves y del manatí, además de que podemos visitar otras zonas de mucho interés para los turistas”, dijo Daniel Bo Dardón, residente de Livingston y miembro de la Asociación de Lancheros de Livingston.

El Golfete, que abarca desde Río Dulce hasta el municipio de Livingston, cuenta con atractivos naturales como ensenadas, islas, lagunas y el Cerro San Gil, que es de gran importancia hídrica para la región de Izabal. En 1955 esta zona fue declarada como Parque Nacional Río Dulce, donde habitan 202 especies de aves, 44 especies de anfibios, 87 especies de reptiles y 128 especies de mamíferos, una de las primeras reservas naturales del país.

Además de su impresionante belleza visual, esta región es un punto de encuentro entre dos importantes grupos étnicos de Guatemala: los Garífunas y los Maya Q’eqchi’. Esta mezcla cultural ofrece a los visitantes una experiencia única en términos de gastronomía y cultura. Platillos como el tapado, pato y ceviche al coco, casabe, machuca y pan de coco, así como el pachay, son solo algunas de las delicias culinarias que se pueden disfrutar en la zona, cada una con su propio estilo y particularidad.

La gastronomía del Caribe guatemalteco es una combinación de mariscos, arroz, coco y plátano. Foto: Jorge Rodriguez/Viatori

Talleres culinarios y jardines acuáticos

En términos de turismo sostenible, la región de Río Dulce y Livingston cuenta con diversos emprendimientos comunitarios que promueven actividades que respetan y preservan la naturaleza. Uno de estos emprendimientos es el restaurante comunitario El Manglar, ubicado en la aldea Cayo Quemado, donde se ofrece un taller de preparación de ceviche al coco, una especialidad única de la región.

Margarita Ramírez es una mujer que forma parte de un colectivo con otras 23 mujeres residentes de la aldea Cayo Quemado y quienes administran el restaurante El Manglar, famoso por su taller de preparación de ceviche al coco. “En ninguna otra parte de Izabal encontrarán este ceviche”, dice orgullosa. Además, cerca de este restaurante surgido a partir del deseo de estas mujeres por generar desarrollo para ellas y sus familias, los visitantes pueden disfrutar de un relajante masaje con velas y aceites aromáticos, así como explorar los “espejos de agua”, un espectacular jardín acuático que se puede recorrer en kayak para experimentar la paz y la belleza natural de la zona.

Como El Manglar, hay en Livingston y Río Dulce varios emprendimientos comunitarios destinados a promover el turismo sostenible a partir de actividades que no dañen la naturaleza, sino por el contrario, sea parte de la experiencia para los visitantes.

Como parte del proyecto de Restaurante El Manglar, los visitantes pueden realizar un recorrido en kayak por los jardínes acuáticos, conocidos como «espejos de agua». Foto: Jorge Rodriguez/Viatori

Bajo túneles de mangle

Las actvidades acuáticas son una parte esencial de la visita al Caribe y el kayak, en particular, es el medio de transporte ideal para vivir experiencias interesantes. En la Zona de Usos Múltiples del Río Sarstún, lo que para el ámbito político se ha convertido en un icono de división y conflictos geográficos entre Guatemala y Belice, para la gente de la localidad el islote de un kilómetro de radio aproximadamente que marca la frontera entre ambos países, es el escenario de un sendero poco usual. La Zona de Uso Múltiple Río Sarstún consta de 35,202 hectáreas. Es reconocida como un humedal de importancia mundial y se integra al corredor biológico del Caribe de Guatemala. Brinda un lugar de albergue, crecimiento, y de reproducción para la fauna y flora del lugar

“Bajo ese mangle se hicieron unas aberturas para que la gente pueda transitar (con el kayak) bajo la sombra. Para hacerlo más emotivo, la gente tiene la oportunidad de ver a las aves que habitan en este lugar. Durante el recorrido en el río, si se tiene suerte, también se pueden observar monos y manatíes”, dijo Saúl Castro Marroquín, miembro del proyecto comunitario ecoturístico Río Sarstoon, paraíso escondido.

Los recorridos en kayak bajo el manglar en la Zona de Usos Múltiples del río Sarstún son una de las estrellas de esta zona del Caribe guatemalteco. Foto: Jorge Rodriguez/Viatori

Esta zona es un sitio intermedio entre el agua dulce y salada, exactamente es el punto donde se intercepta el Río Sarstún con el mar. Las distintas condiciones fisicoquímicas del sitio y la relación existente entre los manglares hacen que la barra sea un hábitat perfecto para sitios de desove y desarrollo de larvas de hasta 14 especies diferentes que ya se han identificado.

Con este conocimiento, la gente de Sarstún ha adoptado el compromiso de gestionar de mejor forma los recursos naturales que tienen a su disposición, por lo que el turismo es una herramienta idónea para generar ingresos para la comunidad, sin que esto signifique dañar los ecosistemas que les rodean. Aquí se pueden observar 116 especies de reptiles, 148 especies de aves y 52 especies de mamíferos, según un estudio publicado por WWF Mesoamérica.

“Tenemos también un hospedaje equipado con todo lo básico, con capacidad para recibir hasta seis personas. Quienes así lo deseen encontrarán comodidad y relajación”, añadió Saúl.

Larubeya es un grupo cultural garifuna que realiza una serie de actividades para que el turista aprenda acerca de este grupo étnico guatemalteco. Foto: Jorge Rodriguez/Viatori

El respeto por la tradición cultural

Larubeya y Ak’Tenamit’ son dos proyectos culturales con sede en Livingston y cuyo objetivo es preservar y transmitir los valores culturales y tradicionales de dos culturas que confluyen a diario en el Caribe guatemalteco: la Garifuna y la Maya Q’eqchi’. El primero es un grupo Garifuna comunitario que existe con el único objetivo de preservar y transmitir los rasgos culturales de esta etnia guatemalteca.

Los Garifunas son un pueblo que reside en Guatemala desde el siglo XVIII, provenientes de las islas de San Vicente. Belice, Honduras (donde vive la mayoría de su población) y Nicaragua son los otros países centroamericanos con habitantes de esta etnia caribedescendiente. Además de la gastronomía, los Garifunas son practicantes de un idioma declarado como “Obra Maestra del Patrimonio Oral e intangible de la Humanidad” por UNESCO en 2001 y de una serie de rituales que incluyen una variedad de danzas que se utilizan en eventos religiosos, cotidianos y festivos.

Larubeya está constituido para mantener vivos los rasgos culturales y la historia de los Garifunas en Livingston. “Queremos que la gente pueda ver que hay cultura viva Garifuna en el Caribe de Guatemala. Verán las calles y barrios del pueblo Garifuna, aprenderán acerca del casabe y el aceite de coco y de los bailes Garifunas que tanto nos representan, como la punta, la chumba, el sambay y el hüngühüngü”, contó Zoraida Enríquez, integrante del grupo cultural.

Gracias a sus raíces Maya Q’eqchi’, en Café Tatín se puede experimentar una ceremonia de fuego tradicional, rodeados del bosque tropical y los sonidos de la naturaleza. Foto: Jorge Rodriguez/Viatori

Por su parte, Ak’Tenamit’ es una escuela a la que asisten jóvenes mayas de diferentes partes del país, especialmente del grupo Q’eqchi’. Quienes estudian aquí, aprenden conocimientos relacionados con el turismo y el desarrollo sostenible y la promoción de los rasgos culturales mayas. “Somos un grupo étnico que aún tenemos un respeto por la naturaleza. Enseñamos sostenibilidad y estamos en contacto con nuestras raíces ancestrales y es algo que nos gusta mostrar y transmitir a quienes nos visitan”, dijo Ubaldo Coc, miembro de Ak’Tenamit’.

Los recorridos por Barra Lámpara, zona donde está ubicada la escuela, pasan por algunos sitios sagrados que se usan para realizar ceremonias de fuego y agradecer a los elementos y la naturaleza. En Café Tatín, esos conocimientos ancestrales se transforman en alimento con el platillo tradicional conocido como pachay (que en otras regiones de Guatemala se conoce como B’ach’a). “Es la forma de expresar lo que nuestros ancestros nos han heredado y lo hacemos porque sabemos que este platillo es parte de nuestra riqueza cultural”, dijo Fredy Xop, estudiante Maya Q’eqchi’ de la escuela.

El pachay es un platillo tradicional Q’ueqchi’ en el que la hoja de Santa María es uno de los ingredientes más relevantes. Foto: Jorge Rodriguez/Viatori

Estos son cuatro de seis proyectos comunitarios incluidos en la oferta de la Tour Operadora Paraísos del Caribe. Cada uno de ellos recibió apoyo económico y orientación técnica del Proyecto Regional Biodiversidad Costera, de la UICN, la Asociación Programas de Gestión Ambiental Local (ASOPROGAL), la ONG local AkTenamit y el socio regional GOAL, financiados por la USAID. Estas iniciativas, centradas en el biocomercio, buscan mejorar la oferta turística y estimular la economía de las 607 personas vinculadas a la operadora, al mismo tiempo que conservan los ecosistemas de alta biodiversidad y reciben beneficios ambientales, sociales y económicos.

El biocomercio, enfoque sostenible que permite comercializar productos naturales, es clave en este proceso. Se brindó apoyo a través de equipamiento variado, desde mobiliario hasta sistemas de energía solar, adaptado a las necesidades de cada proyecto. Además, se fortaleció la capacidad local mediante capacitaciones en conservación, gestión, cultura turística, manejo de residuos, atención al cliente y energías renovables, entre otros temas.

Estas acciones han permitido a las organizaciones ejecutar eficazmente el enfoque de biocomercio, generando ventas por 398,989 mil dólares y ampliando las oportunidades económicas para las 317 mujeres y 290 hombres involucrados.

El Caribe inexplorado

Toda esta oferta turística, sin embargo, no se traduce en un interés marcado por el viajero nacional. De hecho, según cifras publicadas por el Instituto Guatemalteco de Turismo (INGUAT), de las 2,971,889 visitas por turismo nacional que se registraron durante el período de Semana Santa 2023, solamente 176,715 se dieron al departamento de Izabal, es decir el 6% del total. Este destino apenas supera al lago de Atitlán, con 141,206 visitas (5%) y está por detrás de Antigua Guatemala (52%), Retalhuleu (13%), Quetzaltenango (10%) y las playas del Pacífico (7%).

“Cuando vienen las instituciones a determinar lo que nos hace falta, siempre se habla de infraestructura, pero yo siempre me pregunto ¿cómo vamos a poder construir infraestructura si no tenemos apoyo financiero?”, se pregunta la dueña de un hotel en Quehueche. “Aquí viene un montón de gente a preguntar qué ofrecemos, qué necesitamos, pero al final del día, todo se queda en eso y nosotros seguimos igual”, asegura uno de los encargados de Siete Altares.

El avistamiento de aves es uno de los nichos que el turismo en el Caribe guatemalteco se puede aprovechar de manera sostenible. Foto: Jorge Rodriguez/Viatori

La presencia de las instituciones del Estado es escasa, lo que se traduce en un avance más lento de lo que la industria turística quisiera. De acuerdo con el Instituto de Agricultura, Recursos Naturales y Ambiente (IARNA), Livingston tiene índices medios en analfabetismo y desarrollo (6 y 6,5 respectivamente) y un índice de pobreza de 5. Eso contrasta con el gasto municipal dedicado al agua y saneamiento (2), salud (3,5) y al medio ambiente (1,5).

En 2018, como parte de la elaboración de Planes de Desarrollo Turístico presentados por INGUAT, se estimó que Livingston requería la inversión permanente de Q3,8 millones para  crear proyectos y acciones permanentes con capacitación y asesoría, además de promoción anual. A esto hay que sumar inversión en obra física, saneamiento y planificación urbanística. Aún se desconoce la postura de la nueva administración del instituto turístico y sus planes para esta región de Guatemala.

A pesar de la poca presencia institucional, la oferta y los atractivos del Caribe guatemalteco están ahí, a la espera de que más y más gente se anime a explorarlos. “Invitamos a todas las personas que tienen el deseo de conocer nuestra cultura enriquecedora, ya que así contribuyen al desarrollo económico de nuestro municipio”, concluyó Zoraida Enríquez, del gupo cultural Larubeya.

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