Cayo Quemado y su modelo de desarrollo circular

Historia por: Jorge Rodríguez Fotografía por: Jorge Rodríguez Vie 1, Nov 2019

Si no eres originario de un lugar en donde los días se pasan recorriendo el río entre bosques de mangle, en busca de la pesca para tu subsistencia, será un poco difícil imaginar lo que significa perder esa cotidianidad y verse obligado a crear una nueva. Eso es lo que le tocó vivir a la gente de Cayo Quemado, en Río Dulce, Izabal.

Miriam Ramírez, originaria de esta aldea y representante del Comité de Mujeres de Cayo Quemado recuerda cómo en la época en la que ella creció, una noche de pesca les permitía recolectar lo que en la actualidad toma 3 noches, con todo el aumento en el gasto de recursos y tiempo que eso conlleva. » Sí teníamos abundancia de peces en ese entonces. En esta época del año ya estaba inundado por las lluvias. Comenzábamos a pescar en octubre hasta abril. Ahora todo ha cambiado», dice.

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Este cambio drástico, generó que las personas, principalmente las mujeres, tuvieran que idear nuevas alternativas para colaborar en el sostenimiento económico de sus hogares. Miriam, junto a un grupo de 24 mujeres, y con el apoyo técnico y económico de diversas entidades no gubernamentales locales e internacionales, abrieron el restaurante «El Mangle«, un espacio que administran todas por partes iguales, y que les ha permitido entrar en el modelo del desarrollo a partir del ecoturismo.

Cambio climático y aumento demográfico

La población de Cayo Quemado ha aumentado considerablemente en los últimos 30 años. Foto: Jorge Rodríguez/Viatori

Cuando Miriam, de 10 años, se iba de pesca en compañía de su hermana y su abuela, Cayo Quemado la habitaban apenas 15 familias. Hoy, «quienes habitábamos en ese entonces ya tienen nietos, ya son abuelos. Ahora somos como 135 familias en total», cuenta. Este aumento demográfico, junto a los efectos del cambio climático, son factores determinantes para que el estilo de vida de este lugar haya tenido que diversificarse.

Y no es solo el aumento de la población, o la baja en la cantidad de peces debido a cuestiones climáticas. También el cambio en las costumbres de consumo, es otro factor clave en la diversificación de las fuentes de ingreso para la gente de Cayo Quemado. «Antes, el pescado que atrapábamos lo salábamos para comerlo para después. Ahora toda la gente quiere pescado fresco y eso obliga a los pescadores a tener que pescar más», dice Miriam.

«Otra cosa que ha cambiado es que antes se respetaban los tiempos de veda, que además era verificado por el ejército. Si uno no cumplía con la prohibición, se lo llevaban detenido a uno. Ahora, aunque en la aldea sí se intenta respetar, en otros lugares como Río Dulce y Livingston, no, lo cual nos deja en inferioridad de condiciones», añade la lideresa comunitaria.

Dice que ahora están en la temporada de veda del róbalo. «Se intenta no pescar en esta época, ya que es cuando el pescado está enhuevado (sic). Pero hay mucha gente que se queja de que en otros lados no se respeta la prohibición», dice.

Economía circular

cayo quemado

Los visitantes son parte de la experiencia de la cocina local. Foto: Jorge Rodríguez/Viatori

«Cuando empezó a disminuir la pesca, mi hermana y yo y muchas otras mujeres empezamos a ir a las charlas que daban diferentes entidades. Durante dos años, fuimos a estas capacitaciones, en donde nos enseñaron a cómo montar una empresa. Fue entonces que, porque la pesca ya no es algo rentable, y nosotros como mujeres, queriendo colaborar con la economía de nuestros hogares, surgió la idea de tener un restaurante manejado por nosotras», dice.

Fue entonces cuando nació El Mangle, un restaurante que sirve comida tradicional de la zona y que permite que los turistas puedan formar parte de la experiencia de cocinar su propio ceviche con leche de coco. Este espacio es manejado, a partes iguales, por todas las mujeres del colectivo. «Un mes nos turnamos para ser las administradoras, aprender el manejo del dinero y realizar las compras», cuenta Miriam.

Y si bien este es un esfuerzo que se sostiene gracias a la labor de estas mujeres, todo ha sido el resultado de la unión de todas las personas de la aldea. «Nuestros hijos y esposos, hermanos y tíos, han sido parte importante para la construcción de lo que tenemos ahora», menciona Miriam. Pero el aporte no se queda ahí, todo el producto que se utiliza para el restaurante, es comprado directamente a los pescadores y productores locales, lo que permite que todo el pueblo se beneficie de manera equitativa.

Hoy, El Mangle se convirtió en el Centro Ecoturístico Cayo Quemado, que ofrece a sus visitantes, la posibilidad de pasar la noche en el lugar, recibir masajes relajantes y disfrutar de la vida natural que rodea la zona. Todo, gracias al esfuerzo de toda una comunidad que en la adversidad, ha encontrado la manera de reinventarse, sin dejar de lado sus raíces.

Para saber más acerca de este lugar, puedes comunicarte con ellas a través de las siguientes plataformas:

502 5767-1651
caribemayaguatemala@gmail.com
asoprogal@gmail.com
http://turismocomunitarioguatemala.com/aktenamit.html

Este artículo fue gracias al Instituto Guatemalteco de Turismo (INGUAT)

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