Frustración, tristeza, temor. Eso es lo que provoca en la mayoría de la gente el cambio climático. Y no es para menos, dado el alcance de las predicciones que la ciencia hace acerca de esta realidad. Viéndolo desde ese punto de vista, es normal que el tema sea «ignorado» por las masas, ya que nadie en su sano juicio estaría dispuesto a consumir algo que lo deje con un sentido de desesperanza y frustración acerca del futuro que nos espera.
Para los conservacionistas, ecologistas, biólogos e investigadores, esta actitud de «indiferencia» de parte de la mayoría de personas también genera frustración, porque existe el convencimiento de que, a pesar de haber tanta información, no hay muchos sectores de la población que estén dispuestos a actuar para ayudar a revertir la situación.
Pero veámoslo desde la perspectiva del público en general. La manera de comunicar que tienen el 95% de los científicos e investigadores del mundo, no es precisamente accesible para todas las personas. Conceptos como fijación de carbono, nitrógeno en el suelo, disturbios antropogénicos, si bien son los términos adecuados para describir los procesos que ocurren en la vida natural, son ideas que para el ciudadano común no transmiten mucho.
Otro factor que hay que tomar en consideración, es el papel que juegan los medios de comunicación. Para la mayoría, en teoría, es evidente que los periódicos y noticieros publican aquella información que, en teoría, le interesa a todo el mundo. Es por eso que vemos noticias relacionadas con guerras, escándalos políticos, crisis económicas, violencia, catástrofes humanitarias, pandemias, etcétera. Y si bien «eso es lo que vende», también es cierto que la tolerancia de las audiencias por noticias poco alentadoras tiene un límite, y es ahí donde entra el cambio climático.
En periodismo, existe algo llamado «periodismo de soluciones«, que no es más que comunicar las soluciones que las diferentes facetas de la vida demandan. Si hablamos de cambio climático, claro que es importante que el mundo conozca los desastres que provoca la excesiva descarga de residuos plásticos en los ecosistemas marinos, por ejemplo, pero igual de importante es contar acerca de los esfuerzos que los diferentes sectores sociales, y en algunos casos gubernamentales, realizan para revertir esta situación.
“Se nos pide que le demos más voz a la problemática en lugar de a la solución, y es por eso que siempre nos mantenemos en lo tradicional, (sin embargo) la vuelta de enfoque hacia quién lo está haciendo mejor es lo principal para poder comenzar en este tipo de periodismo. Siempre habrá alguien que está dando respuesta a diferentes temáticas de interés social”, mencionó Jorge Hurtado, periodista nicaragüense.
También es importante añadir que los periodistas no especializados en temáticas como el cambio climático, no tienen las herramientas y el conocimiento adecuado, no solo para abordar el tema, sino también para detectar dónde están las historias que hay que contar. «Ellos [los medios de comunicación] no tienen a los periodistas para cubrir los temas climáticos de manera acertada, y en una manera que sea entendible para el público», dijo Shola Lawal, periodista de Laos, enfocada en temas ambientales y de mujeres.
Según un informe realizado por el Instituto Reuters de la Universidad de Oxford, a esto también contribuye el propio cambio climático, ya que es un evento que ocurre lentamente, contrario a las agendas informativas, que se mueven de manera acelerada. Esto significa que las empresas periodísticas se sientan celosas ante la idea de invertir recursos en contar con periodistas especializados, o en capacitar a su staff en temas relacionados con ciencia, soluciones y climáticos.
Una de las opiniones más populares por las que, siempre según el Instituto Reuters, las audiencias se alejan del tema climático, es la impotencia que genera el hecho de que las acciones individuales no podrían tener un impacto real en la problemática en general.
En ese sentido, los gobiernos municipales y globales juegan un papel más allá del de apoyar la incubación, gestión e implementación de soluciones eficaces. Los mensajes deben ser sinceros, estructurados y aterrizados en la realidad que se vive.
Por ejemplo, el 21 y 22 de marzo se celebra el Día Internacional de los Bosques y el Día Internacional del Agua, dos de los recursos más importantes. Entidades como el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (CONAP), que es una de las que menos financiamiento estatal reciben en Guatemala, solamente pueden dedicarse a promover el trabajo que se realiza en pequeñas partes del país, ignorando hechos como que el 90% de las fuentes de agua están contaminadas.
Esto se contrapone con la indulgencia hacia prácticas extractivas que dañan seriamente los ecosistemas, que ponen en riesgo los medios de vida de miles de familias, y que no representan un beneficio financiero real para el país.
Pero no es solo en Guatemala, o en los países en vías de desarrollo en todo caso, sino que es algo que ocurre en todas partes del mundo. En un video publicado por la DW alemana, se hace alusión a «políticos que ofrecen promesas a las que no se les da seguimiento», como una de las razones por las que el sentir de las audiencias hacia los temas climáticos se acerca más hacia la apatía que hacia el deseo de ser parte de la solución.
Después de todo esto, lo que parece evidente es que para resolver un problema complejo (el cambio climático), se requiere de soluciones complejas. Por un lado, es importante que los científicos aprendan a comunicar sus investigaciones de una manera accesible para la gran mayoría.
Una manera de lograrlo es aterrizar los resultados en escenarios con los que la mayoría pueda sentirse identificada. Es decir, no todas las personas sentirán la urgencia de un cambio, cuando se habla solamente del riesgo que corren los osos polares en el Ártico o la extinción de rinocerontes en África. El equilibrio biológico de los países centroamericanos está en riesgo, entre otras razones, debido a los altos niveles de contaminación de ríos, ya que provoca la disminución de hábitats sanos para peces, crustáceos y aves, que luego se traduce en mayor susceptibilidad a huracanes y otros fenómenos atmosféricos.
También, la degradación de los suelos, debido a la tala de bosques e incendios forestales, provoca la pérdida de microfauna clave, como insectos, para la cadena de vida de bosques, lo que a su vez provoca escasez de agua, sequía, falta de alimentos, pobreza, migración, violencia y un estado de inestabilidad política para los países.
Por otro lado, los medios de comunicación deben de incorporar, al igual que los científicos, contenidos fácil de entender, y resaltar más el trabajo que los diferentes sectores realizan para la búsqueda de soluciones, así como la forma en la que el público en general puede ser parte de dicho proceso.
“Debemos hacer periodismo desde las redes sociales, y así podremos conocer quiénes son nuestras audiencias y qué es lo que buscan consumir”, dijo María Almillategui, comunicadora y actual presidenta de la Asociación Panameña de Periodistas y Comunicadores de Ciencia (APANPECC).
Por último, y esto es lo más complicado de todo, elegir a gobernantes que incluyan propuestas orientadas a la búsqueda de soluciones climáticas. “Si seguimos consumiendo como hasta ahora, y eligiendo a los políticos como hasta ahora, no hay mucho por hacer”, se lamentó Ian Drysdale, biólogo hondureño que trabaja en la protección del Sistema Arrecifal Mesoamericano.