Ciencia, investigación y trabajo comunitario, claves para salvar al Arrecife Mesoaméricano

Historia por: Jorge Rodríguez Fotografía por: Ian Drysdale/Healthy Reefs Honduras Vie 25, Sep 2020
  • En febrero de 2020, la iniciativa regional mesoamericana Arrecifes saludables para personas saludables, publicó su sexto informe acerca del estado de salud del Sistema Arrecifal Mesoamericano (SAM).
  • Luego del análisis de 286 sitios diferentes de México, Belice, Guatemala y Honduras, se determinó que la salud del sistema es pobre, con un índice de 2.5 sobre 5, basado en el estado de la cobertura coralina y de macroalgas carnosas, así como de la biomasa de peces herbívoros y peces comerciales disponible en la región.

Cuando pensamos en barreras de arrecife de coral, es probable que pensemos en alguna playa de arena blanca, aguas cristalinas color turquesa y una bebida tropical en la mano. Lo que puede que no nos imaginemos, es que en Mesoamérica (el sur de México, Belice, Guatemala y Honduras), está la barrera de coral más grande del hemisferio occidental y la segunda más grande del mundo. Se le conoce como Sistema Arrecifal Mesoamericano, o SAM.

Es hogar de 65 especies de corales pétreos, 350 especies de moluscos y más de 500 especies de peces.​ En él se refugian especies emblemáticas y en serio peligro de extinción, como las tortugas marinas, la caracola reina, el manatí del Caribe, dos tipos de cocodrilos e, incluso, es parte del hábitat del tiburón ballena, el pez más grande del mundo.

El SAM está considerado como especie en Peligro Crítico (CR) según los criterios de la Lista Roja de Ecosistemas de la UICN, a pesar que las comunidades pesqueras de los cuatros países dependen económicamente de él. Según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), solo en Belice, actividades como la pesca y el turismo representan entre US$210 y US$350 millones de dólares anuales. En Quintana Roo, al sur de México, el turismo representa un 49% de la actividad económica del estado, y emplea hasta el 34% de la gente en edad productiva. Solo en esa zona, entre todas las actividades productivas, el arrecife contribuye en hasta US$9 mil millones anuales a la economía local.

Sobreexplotación de recursos, fuente del deterioro ambiental arrecifal

Los arrecifes de coral son clave para el equilibrio ecológico del Mar Caribe. Foto: Marek Okon/Unsplash

El reporte de la iniciativa Arrecifes saludables para gente saludable (Healty Reefs for healthy people) analizó 286 sitios, de los que 104 están en Belice, 99 en México, 73 en Honduras y 10 en Guatemala. De todos ellos, solamente el 1% se encuentra en excelente estado, 8% en buen estado, y el resto está entre regular y crítico. Según el reporte 2020, el número de sitios clasificados como pobres, pasó de 37% (2018) a 46% (2020). En el mismo período de tiempo, el número de sitios buenos disminuyó del 13% al 8%. Guatemala y Honduras, son los países en donde la situación es más crítica, debido a la pérdida de biomasa de peces comerciales y herbívoros.

“Hay una muy mala regulación de la pesca en los cuatro países. Las bajas que hemos visto son debido a la pesca, tanto a nivel industrial como artesanal”, dijo Ian Drysdale, coordinador de Healty Reefs en Honduras. “Lamentablemente la industria pesquera tiene mucho poder político y económico, y su injerencia nos dificulta el trabajo de protección de nuestros ecosistemas marinos”, añadió.

En octubre de 2018, el Gobierno de México agregó 10 especies de pez loro a su registro nacional de especies protegidas. En febrero de 2020, el Gobierno de Guatemala hizo lo mismo, incluyendo además a los peces mariposa, ángel y cirujano. “Hemos pescado tan bien a nivel trófico (tiburones, meros, etc.) y ahora estamos bajando de ese nivel trófico y pescando peces herbívoros, como pez loro, que te ayuda a controlar la cobertura de macroalgas carnosas. Entonces, todo está interconectado, no hay manera que quités una pieza y que el resto del ecosistema no sufra”, añadió.

Guatemala y Belice declararon, durante este 2020, al banco conocido como Cayman Crown, como una zona de gran importancia para el SAM. En Guatemala se le declaró como zona de veda temporal por diez años, siendo la primera área marina protegida del país, mientras que Belice la sumó a la Reserva Marina Cayos Zapotillos, que ahora totaliza un área de más de 500 millas cuadradas. Los conservacionistas de Belice esperan que con estas acciones disminuya la amenaza de la pesca ilegal transfronteriza.

El consumo de peces también está ligado a factores culturales, un factor que debe de ser tomado en cuenta al momento de crear estrategias de conservación, dijo Nallely Hernández, subdirectora regional de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP).

Cambio climático y enfermedades coralinas

Aún se desconocen las causas exactas del Síndrome Blanco, pero se cree que es la mala calidad del agua y la contaminación. Foto cortesía CONANP

El aumento de las temperaturas oceánicas, asociado al cambio climático, está impactando de manera negativa los procesos biológicos de los arrecifes. En 1998, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), mediante su programa de monitoreo arrecifal, registró un evento de blanqueamiento masivo en los arrecifes del Caribe mesoamericano. Temperaturas 1°C o 2°C más arriba de lo normal, generan estrés térmico en los corales, lo que a su vez provoca que estos expulsen las algas que les proveen alimento y coloración. Este es un evento conocido como blanqueamiento de coral, y si el estrés térmico se prolonga demasiado, puede provocar la muerte de los corales.

Hasta 2014 el NOAA solamente había registrado dos eventos de blanqueamiento masivo en el Caribe (1998 y 2011), sin embargo, expertos meteorólogos creen, en base a las constantes observaciones que realizan, que el blanqueamiento de los corales podría convertirse en eventos anuales, lo que pone en grave riesgo su sobrevivencia.

A esto hay que añadir una nueva amenaza que se cierne en forma de enfermedad. Aún sin conocimiento de su origen, el Síndrome Blanco, que debilita los tejidos coralinos, provocando su muerte, apareció en las costas de la Florida en el otoño de 2014 y desde entonces se propagó hacia el Caribe mexicano, República Dominicana, Jamaica y Puerto Rico. A principios de año, se reportó que los corales de Belice y las Bahamas ya muestran indicios de estar infectados.

La actividad turística también genera peligros para la salud de los corales. Foto: cortesía CONANP

Fue en la Península de Yucatán en donde la enfermedad se detectó en 2018, y a la fecha ha provocado la muerte de hasta el 98% de individuos de algunas especies de coral. “Cuando nos acercamos a la pérdida del 90% al 98% de los individuos de una especie en particular, bien podríamos hablar de la desaparición definitiva de esta especie”, dijo Hernández, quien coescribió el Plan de Acción del Síndrome Blanco en los Arrecifes del Caribe de México.

Basados en este plan, con recursos propios de la CONANP, y el apoyo de la Universidad Autónoma de México (UNAM) y la Universidad del Estado de la Florida, Hernández cuenta que se llevó a cabo un estudio en el que se muestrearon 52 sitios de arrecifes a todo lo largo de la península de Quintana Roo. “Se determinó que 3 de 50 especies de coral fueron las más afectadas. Se infiere que (el síndrome blanco) es una bacteria o un virus. Ya hay algunos estudios para detectar qué es, pero como en el mar hay un montón de vida microscópica, es muy difícil aislar algo y reproducirlo en el laboratorio”, dijo.

Por lo pronto, lo que se logró determinar son los patrones de comportamiento una vez infectados los corales. “Al principio, vimos que la enfermedad se propagaba de manera radial y empezaba a los bordes de la colonia. Luego, nos dimos cuenta que podía moverse de un lado al otro, o por todas partes. El blanqueamiento tiende a ser más localizado y avanza en una dirección determinada”, comentó Hernández.

Siembra submarina y participación comunitaria

La investigación es clave para conocer los peligros que enfrenta el SAM, y así crear e implementar soluciones. Foto: CONANP

Las soluciones para esta problemática son complejas, dijo Hernández, ya que hay que considerar “la parte social y económica”, así como aspectos culturales y tradicionales. Entre la población hay un “desconocimiento de cómo funciona un ecosistema”, por lo que viven bajo “la creencia de que los recursos son inagotables”. Esto, al final, hace mucho daño a los ecosistemas naturales.

Ante estas emergencias, desde 2016 se pusieron en práctica algunas soluciones para contrarrestar la pérdida de masa coralina. La siembra de corales es un proceso que consiste en extraer pequeños fragmentos de coral de colonias bien conservadas, los cuales se llevan al laboratorio para ayudarlos a crecer en un ambiente controlado, y luego reinsertarlos en colonias dañadas. En el caribe mexicano, el objetivo de las autoridades es el de “sembrar” unos 268 mil pies de coral antes de 2022.

Esta, sin embargo, es una práctica costosa (US$400,000 por hectárea) y pierde efectividad si no va acompañada de acciones en el manejo de las aguas servidas de los países. “Aunque tú siembres un coral y tienes mala calidad de agua, esto no va a funcionar”, comentó Hernández. Para que medidas como esta tengan un mejor efecto, lo ideal es adecuarse al el Plan de Acción del Síndrome Blanco, que ya ha sido compartido con Belice, Guatemala y Honduras, en el que se contemplan medidas para el tratamiento de aguas, regulación más estricta de la pesca y otras acciones en beneficio de la salud de los arrecifes.

Al final, Hernández y Drysdale coinciden en que la participación comunitaria es clave, ya que son ellos quienes deben “hacer propios” estos temas. “La solución está en el colectivo cotidiano, es decir, lo que tú, tu familia y tus amigos pueden hacer para poder mitigar esta situación.”, concluyó Hernández.

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