La iniciativa voluntaria de dos biólogos para proteger a las tortugas verdes de La Poza del Nance

Historia por: Jorge Rodríguez Fotografía por: Jorge Rodríguez Sáb 20, Ene 2024

“Uno de los sitios más impresionantes del área, es la Poza del Nance, la cual es testigo anualmente de la llegada de numerosas tortugas negras del Pacífico (Chelonia mydas agassizii) y parlamas (Lepidochelys olivacea); lo que hace de Sipacate-Naranjo un santuario de tortugas y un ecosistema muy frágil que hay que proteger”, publicó en 2022 el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (CONAP) acerca de este sitio ubicado en el Canal de Chiquimulilla, en el municipio de Sipacate, al sur de Guatemala.

Esta publicación, sin embargo, muestra un error producto del poco conocimiento que la institución estatal tiene acerca de las especies que habitan la Poza del Nance. Nunca ha existido un proyecto específico para determinar con certeza todos los elementos necesarios para su protección. A esta poza, según CONAP, llegan tortugas negras y tortugas parlamas.

La Chelonia mydas agassizii es una subespecie de la tortuga verde (Chelonia mydas). Debido a una pigmentación en su caparazón, esta es de un color más oscuro, pero de acuerdo a algunos estudios realizados en Guatemala en 2015, se determinó que no hay variación genética entre la «tortuga negra» y la verde, por lo que son la misma especie. Por otro lado, según Alfredo Valle, biólogo guatemalteco que trabaja en el estudio de las tortugas verdes que habitan dentro de la poza, no ha habido evidencia en los últimos dos años de que alguna tortuga parlama haya ingresado a este ecosistema. Añadió incluso que es más factible ver individuos de la tortuga carey (Eretmochelys imbricata) que de la parlama.

La desinformación incluso se nota en la manera en cómo algunos emprendimientos turísticos promueven recorridos hacia la Poza del Nance y la posibilidad de interactuar con las tortugas marinas, aún y cuando no utilizan información exacta en cuanto a las especies que pueden ser vistas en la poza: “Esta profunda laguna es donde se pueden ver las tortugas verdes de Galápagos alimentándose de algas durante todo el año”, destaca una tour operadora local de El Paredón.

Historias noticiosas, reportajes, posts de Instagram. A nivel mediático, la importancia de “este ecosistema frágil que hay que proteger”, no se ha visto respaldado con ninguna acción de parte de las instituciones guatemaltecas ambientales encargadas de hacerlo. “Hablando objetivamente, Guatemala tiene muchísimos vacíos respecto a las acciones de conservación. Cumplimos el mínimo en ciertos temas, pero en general existen vacíos”, Valle.

Las tortugas que residen en la Poza El Nance salen a tomar aire a la superficie luego de estar sumergidas durante dos horas. Foto: Jorge Rodríguez/Viatori

El co-fundador de Green Turtle Sanctuary, una iniciativa centrada en el monitoreo y estudio de la actividad de las tortugas verdes en la Poza del Nance, añade que aunque hay interés público en el país por la gestión de las tortugas marinas, este se concentra casi exclusivamente en la especie golfina o parlama. “Para las demás tortugas no hay nada. Cero. No tenemos ninguna acción concreta para conservarlas”, afirmó.

Un ejemplo de ello se puede encontrar en el documento de la Estrategia Nacional de Manejo y Conservación de Tortugas Marinas en Guatemala (ENTM). En los antecedentes, justificación y resumen del análisis situacional de las tortugas marinas en el país, se aborda extensamente el tema de la anidación de las tortugas, la recolección de sus huevos y la liberación de neonatos, pero no se aborda el estado de conservación de individuos juveniles y/o adultos en el territorio guatemalteco, ya sea en alta mar, en las playas y en los esteros.

“El presente informe se genera por la necesidad de actualizar la Estrategia Nacional de Tortugas Marinas de Guatemala, con el fin de  coordinar a todos los actores involucrados en la conservación y aprovechamiento de este recurso”, menciona en su justificación el documento.

Alfredo Valle es un biólogo guatemalteco que se dedica al estudio y monitoreo de las poblaciones de tortugas verdes en la Poza del Nance, en Sipacate, al sur de Guatemala. Foto: Jorge Rodriguez/Viatori

La amenazante realidad

Se podría decir que el espíritu de conservación de tortugas en Guatemala se hizo oficial en la década de 1970 bajo el mandato presidencial de Manuel Arana. Durante esa época, según recuerda Fidel Hernández, residente de la comunidad costera Las Lisas, al suroriente del país, el mandatario ordenó la construcción de un tortugario, debido a la reducción de la población de tortugas palarmas.

“Yo conozco este tortugario desde hace 42 años. Lo construyó para recuperar el recurso (las tortugas) porque se estaba perdiendo”, dijo quien hoy es el encargado de dicha instalación en donde recibe la cuota de conservación marcada por la ENTM, siembra huevos y libera neonatos mientras registra toda la actividad durante la temporada.

Desde entonces, los tortugarios han pasado a ser considerados laboratorios científicos orientados a asegurar la supervivencia de la tortuga golfina. En ese sentido, la ENTM, publicada en 2010, ha logrado su cometido, ya que para la temporada 2022-23, CONAP anunció la liberación de 517,238 neonatos en todo el litoral del Pacífico.

De acuerdo con el Consejo Nacional de Áreas Protegidas, actualmente se encuentran activos unos 29 tortugarios en todo el país. Uno de ellos funciona en la zona del Caribe guatemalteco. Foto: Jorge Rodriguez/Viatori

Las siguientes acciones a realizar entonces, según lo que recoge la ENMT, serían los monitoreos en la costa, esteros y en alta mar para conocer el estado de conservación y las amenazas que estas tortugas liberadas, así como otras en fase juvenil y de adultez, enfrentan, tanto de la especie parlama como del resto que se mueven por territorio guatemalteco.

Un programa de monitoreo poblacional permanente (conteo de huellas, marcaje, etc.), el estudio de tortugas marinas mar adentro, incluyendo la identificación, y el monitoreo de la mortandad de las tortugas son algunas de las acciones que la ENMT propuso en su momento. De acuerdo con información de CONAP, los números poblacionales que se tienen en la actualidad son parciales y no abarcan todo el litoral, ya que estos estudios los realizan fuentes privadas que dependen de financiamiento internacional.

Lo mismo sucede con la recolección de otros datos, que en muchos casos no se llevan a cabo porque no hay “donantes interesados”. La dependencia de fondos internacionales se deriva del poco interés que Guatemala como país centra en la buena gestión de sus recursos naturales. De acuerdo con publicaciones de 2021, ese año se tuvo el segundo presupuesto más bajo asignado con el 0.06% del Producto Interno Bruto (Q336.5 millones), solo por detrás del presupuesto asignado en 2016 de Q331.6 millones (que representaba el 0.12% del PIB de ese año).

Con la ayuda de una red, Green Turtle Sanctuary realiza mediciones y monitoreos de las tortugas que habitan en la Poza del Nance. Foto: Jorge Rodriguez/Viatori

Más allá de las dificultades

En la última década, además del trabajo que Valle realiza en la Poza del Nance, también se han realizado algunas investigaciones para tesis de parte de estudiantes de biología de las universidades guatemaltecas. Ese es el caso de María Chavarría, de la Universidad del Valle de Guatemala, quien en 2015 realizó cuatro monitoreos diferentes para determinar que la población de tortugas que utilizan la poza proviene de Michoacán, México, la Isla Galápagos y en menor medida, Costa Rica. Otra investigación realizada en la poza, esta vez en 2012 por la estudiante Bárbara Cúmez de la Universidad de San Carlos, arrojó datos acerca del crecimiento de las tortugas de la poza, en comparación poblaciones en otras zonas geográficas de Guatemala.

Desde 2016, CONAP ha recibido en promedio unos Q350 millones al año. En ese período de tiempo hasta la fecha, no se ha reportado ningún gasto directo en investigación, monitoreo de amenazas ni implementación de planes de gestión para la Poza del Nance. “Desde que iniciamos (en 2020) hemos invertido cerca de $5 mil. Compramos las redes y le pagamos el día a las personas que nos ayudan. El objetivo es recopilar datos porque sin ellos, es difícil crear estrategias eficaces de protección”, señaló Valle. El resultado de este trabajo se resume en la colocación de marcas a unas 80 tortugas verdes, a quienes se les han tomado medidas, fotografías y se ha inspeccionado si tienen heridas provocadas por los motores de las lanchas que transitan a toda velocidad por la poza.

“Los golpes de lancha son la mayor amenaza y que sí queremos mitigar. Cuando empezamos las mediciones, encontramos que el 30% de las tortugas tenían marcas de los motores de las lanchas. Ahora, con más datos estadísticos hemos visto que el 60% de las tortugas tienen marcas. Eso es tan grave como decir que el 60% de las personas en una comunidad han sido atropelladas por un auto”, se lamentó Valle.

Los golpes con lancha son la mayor amenaza que las tortugas de la Poza del Nance tienen que enfrentar diariamente, sin que ninguna autoridad municipal o gubernamental haga algo al respecto. Foto: Jorge Rodriguez/Viatori

Otro factor en el que trabaja Valle, junto a su colega y pareja Bianca Bossareyes, es en el tema de educación ambiental. “Es increíble que hay niños que viven aquí en la zona y nunca han visto una tortuga en su vida. Eso es como que un niño de Purulhá diga que nunca vio un quetzal”. Es por ello que ambos promueven la llegada de proyectos orientados a mejorar la calidad de vida de las poblaciones costeras del litoral del Pacífico.

“En su mayoría, las cabeceras municipales están alejadas de la costa, por lo que es muy difícil que se realicen proyectos de desarrollo para las personas. La educación aquí es muy pobre, porque hay gente que vive aquí y no sabe acerca de lo que hay ahí afuera”, se lamenta Bossareyes. Por ello, su trabajo está orientado en involucrar a niños, niñas y adolescentes en actividades ambientales. “Cuando capturamos a una tortuga, la traemos a este lado de la playa para que la gente tenga la oportunidad de verlas, porque son sus tortugas”, dijo Valle.

Bossareyes es también la coordinadora regional de la oficina en la costa del Pacífico de FUNDAECO, con quienes se pretende desarrollar e implementar una serie de programas educativos y técnicos dirigidos también a mujeres, para que aprendan a desarrollar nuevas capacidades y tener acceso a nuevos medios de vida. “Por lo pobre de la educación actual, la gente solo puede optar por dedicarse a la pesca, a trabajar en una salinera o en una cañera. Lo que buscamos es llevar oportunidades a toda esta región que está muy olvidada”, dijo la bióloga.

De acuerdo con Bianca Bossareyes, el objetivo de este proyecto no es solo obtener datos acerca de las tortugas, sino también involucrar a las comunidades locales para que aprendan acerca de la protección de su patrimonio natural. Foto: Jorge Rodriguez

Mientras esos procesos continúan, Valle aseguró que los datos obtenidos durante los meses de captura y liberación de tortugas serán tabulados, analizados y compartidos con todas las autoridades competentes, para que se desarrollen estrategias de protección adecuadas para la zona. “Si por alguna razón ya no podemos continuar con el trabajo, queremos que estos datos estén disponibles para otras personas y entidades que sí puedan hacerlo”, finalizó el también guía de turismo guatemalteco.

×
>