Ingeniería binacional en favor del arquitecto del bosque (también conocido como tapir)
Hace 50 años la cacería desmedida, la falta de protección a la especie y la degradación de los ecosistemas boscosos en Yucatán, al sur de México, provocaron que el enorme tapir centroamericano (Tapirus bairdii) dejaba de habitar esta zona para el pesar de muchos residentes de la época.
Los tapires adultos pueden alcanzar una longitud de hasta 2,5 metros, una altura de más de 1,2 metros y un peso de entre los 110 a 300 kilos, lo que lo convierte en el mamífero más grande de toda Latinoamérica. Sin embargo, los habitantes menores de 50 años residentes del Estado de Yucatán no sabían qué era un tapir, ni imaginaban cómo se veía. “Solo los residentes de más de 60 años tenían un recuerdo del animal, del que incluso recordaban haberse alimentado en su momento”, cuenta Epigmenio Cruz Aldán, biólogo mexicano quien ha estudiado al tapir y otra fauna nativa del sur del país.
La importancia del tapir en Yucatán llegó a ser tal que en Tizimín (del maya: ti’tsimín ‘lugar del tapir’), fundado en 1544, hay una escultura de piedra de un tapir que data de la época prehispánica. A pesar de esto, y de que el danto figura en el escudo de armas del municipio, hay mucha población joven que no tiene idea de lo que es; “piensan que es un cerdo mal dibujado”, dice Cruz.
Para sorpresa del biólogo mexicano, el Grupo Libera, dedicado a las bienes raíces y la construcción de complejos habitacionales y bienes inmuebles de diferentes usos, se acercó a él para plantearle una idea revolucionaria: la reinserción del tapir en los bosques de Yucatán.
El tapir, dándose un baño en una pequeña aguada al lado de la carretera dentro de la Reserva de la Biosfera Maya al norte de Guatemala. Foto: Carlos Duarte/Viatori
La ingeniería de la reinserción
“En Yucatán perdimos a la especie porque se perdió parte del hábitat y porque fue muy cazado en su momento cuando hubo. [En la actualidad] tenemos hábitat disponible y tenemos conectividad y en Quintana Roo y en Campeche hay poblaciones de tapires, pero por alguna razón se mantienen en las fronteras de los estados”, dijo Cruz.
Con el objetivo de “dejar una huella positiva en el planeta mediante diversos proyectos sociales y medioambientales”, el Grupo Libera llegó a Cruz con la idea de crear un Santuario del Tapir en Yucatán para recuperar y reintroducir a la especie en esta región del sur mexicano. Lo nombraron encargado de la reproducción de los individuos y “del proyecto ecológico ambiental”, según contó en una entrevista vía telemática, para lo que se puso manos a la obra para determinar el mejor camino a seguir.
Lo primero que hizo fue acercarse a otras organizaciones mexicanas dedicadas a la protección de la especie. “De los poquitos individuos que hay para manejo controlado son como 12 y la mayoría son machos, pero a la hora que quieres mover a los animales nadie te los presta y tampoco queremos ir al medio silvestre y extraer tapires”, confesó.
El siguiente paso fue el de buscar en la región otros programas dedicados a la conservación de la especie. Sin ir más lejos, en Guatemala se encontró con el zoológico Autosafari Chapín, que cuenta con el programa más grande de reproducción de tapires en toda Mesoamérica. “Nosotros como santuario estamos muy interesados en apoyar cualquier proyecto de conservación de las especies, ya sea nativa o exótica”, contó Edy Meoño, médico veterinario y actual regente del parque guatemalteco.
En Guatemala, como en el resto del continente, el tapir centroaméricano está catalogado como una especie en peligro de extinción debido, principalmente, a la destrucción de los ecosistemas en los que habita. De acuerdo con un reporte publicado en 2022 por la Universidad de San Carlos de Guatemala, de las cinco zonas históricas en donde el danto habitaba en el país centroamericano, en la actualidad solamente se le puede encontrar en tres, principalmente en la Selva Maya al norte del país.
Autosafari Chapín, ubicado en Escuintla, al sur de Guatemala, es un destino que se apoya en los ingresos que genera el turismo, y que actualmente es promovido por el proyecto Viajando X Guate impulsado por el Instituto Guatemalteco de Turismo (INGUAT), para financiar sus programas de reproducción de especies. Durante sus casi 50 años de existencia han logrado la reproducción de especies guatemaltecas en peligro de extinción como el venado cola blanca, venado huitzizil, coche de monte, jabalí, jaguares, monos araña y tapires.
“Actualmente tenemos una población de 34 tapires. Tenemos hembras que se están reproduciendo con mucha efectividad y que nos permite colaborar con un proyecto de este tipo”, añadió Meoño.
Autosafari Chapín es un centro de investigación que cuenta en la actualidad con 34 individuos del tapir centroamericano, todos reproducidos en sus instalaciones. Foto: INGUAT
Responsabilidad empresarial ambiental
En principio, según recuerda Cruz, la propuesta del Santuario del Tapir en Yucatán era la de comprar un par de ejemplares para comenzar con la reproducción en esa parte de México, pero la respuesta fue negativa. Para encontrar un punto en común, lo que se ideó fue hacer de este proyecto uno binacional en el que primero se trabajará del lado mexicano y luego con la experiencia adquirida se implementará del lado guatemalteco.
“El proyecto ya está en marcha; de hecho ya lo registraron en la Senasica. Ya están en el proceso de construcción de sus instalaciones de manejo y de su centro científico”, contó Meoño. Sin embargo, el proceso está tomando más tiempo de lo deseado, ya que es un proyecto que nunca se ha implementado en ninguno de los dos países. “Nos ha tocado picar piedra y crear puentes, pero esperamos que para diciembre de este año ya podamos tener a la primera pareja de tapires en nuestro santuario”, añadió Cruz.
A diferencia del modelo de Autosafari Chapín, con un espíritu claramente turístico, en Yucatán la idea es brindar recorridos guiados para que la población local aprenda acerca de los tapires, de su historia con estos animales y del objetivo por recuperar las poblaciones en la región. “A diferencia de los zoológicos, no vamos a tener exhibición, lo que cambiaremos por enseñanza, educación, investigación y conservación”.
Este proyecto, inciativa del Grupo Libera se ideó de manera intuitiva. Al igual que cualquier otro proyecto de desarrollo inmobiliario, que contempla la construcción de amenidades como centros de entretenimiento, gimnasio, áreas verdes y así sucesivamente, en el caso del Santuario del Tapir en Yucatán, el financiamiento se considera como una amenidad de la cual los dueños de los complejos inmobiliarios podrán disfrutar. “Trabajar en la reinserción de una especie es más complicado que la construcción de una ciudad por los trámites de gobierno, la burocracia y la falta de interés lo hacen sumamente complicado”, dijo Edoardo Triay, Director General del grupo inmobiliario.
Añadió que para lograr el traslado de los tapires desde Guatemala hasta Yucatán, tuvieron que crear un protocolo de salud entre ambos países para continuar con el proyecto. “Ha sido un calvario pero yo sé que me voy a sentir más orgulloso de esto que por construir cualquier complejo de apartamentos”.
Lo novedoso de este proyecto ya ha levantado el interés, no solo en Guatemala sino también en Costa Rica, en donde grupos inmobiliarios de ese país ya han mostrado interés por replicarlo. “El sueño es el de crear un corredor ininterrumpido desde Yucatán hasta Colombia”, contó Triay.
Pero como todo, habrá que esperar a que el tiempo ponga las cosas en su lugar. El período de gestación de los tapires es de 13 meses y las hembras dan a luz a una cría por cada embarazo que tienen, por lo que el tiempo de reproducción es bastante extenso. A decir de Cruz, la idea es que en un plazo de entre 10 a 15 años, esperan poder liberar las primeras poblaciones en el Santuario La Reserva Ecológica estatal El Palmar y la Reserva de la Biosfera Ría Celestún.
“Ojalá Dios me dé la vida para poder ver a los tapires caminar libremente por Yucatán nuevamente”, concluyó Cruz.