En 2019, la exvicepresidenta de Guatemala, Roxana Baldetti, fue condenada a 15 años de prisión por el caso “Agua mágica”, que, supuestamente, iba a ayudar a descontaminar el lago de Amatitlán.
Cansados por la falta de soluciones definitivas, varios pobladores de la cuenca del lago se han decidido a actuar en busca de soluciones basadas en conceptos de sostenibilidad y economía circular.
En los últimos meses, en redes sociales y en algunas calles de la ciudad de Guatemala, circula una campaña que, cuando menos, llama la atención, no tanto por su originalidad, sino por el protagonista de la misma: el lago de Amatitlán. Bautizada como “Amatitlán: El regreso 2032”, lo llamativo de esto es que está enfocado en el caso más claro de que Guatemala le apuesta muy poco al correcto tratamiento de sus residuos, y a las consecuencias que esto tiene en los ecosistemas naturales.
Esta campaña está realizada por el movimiento Nueva Narrativa, quienes, junto a vecinas y vecinos de la cuenca del lago, se reunieron a principios de este año, para poner en perspectiva lo que se necesita para recuperar la salud de este cuerpo de agua, así como las herramientas con las que se cuenta en la actualidad para lograrlo. A partir de entonces surgió la iniciativa Locos X Amati, liderada por el residente local Manolo Ralda.
Desde entonces, esta iniciativa, conformada por más de 80 personas deseosas de generar un cambio, ya ha logrado organizarse en comisiones, con la idea de hacer ingerencia en temas legales, sociales, de gestión ambiental y uso de suelo, así como otros asuntos de interés para el manejo de la cuenca del Amatitlán.
En mayo, lograron reunir a una buena cantidad de residentes y otros voluntarios del país, para realizar una campaña de reforestación en el Parque Municipal Playa de Oro, en donde se sembraron 1000 árboles. Lamentablemente, estos se ahogaron debido a una inusual crecida del lago.
Pero, a pesar de estas adversidades, la iniciativa está convencida de que este es el camino a seguir, y son conscientes, según Ralda, que deben de superar muchos retos para lograr cambiar la percepción acerca del estado de conservación del lago y su destino. Esta no es la primera vez que surgen iniciativas por resolver el problema de contaminación del lago de Amatitlán, posiblemente el segundo cuerpo de agua más contaminado en Guatemala, después del Motagua.
Con lo vivido durante la pandemia de la COVID-19 que aún sigue vigente, hay mucha gente convencida de que es necesario un cambio de hábitos radical, en el que la participación comunitaria, la obtención de nuevas habilidades y la protección del medio ambiente sean los valores que impulsen el desarrollo de la raza humana.
“A partir de la pandemia, comenzamos a involucrarnos en la creación de huertos urbanos y empezamos a crear la conciencia de aprovechar los residuos orgánicos que producimos en casa para la creación de nuestro propio abono orgánico. Entonces, llegamos a unas 700 familias”, dijo Marixa Contreras, fundadora de la iniciativa Altruistas Good, integrado por 10 mujeres residentes del municipio de Villa Nueva, uno de cuatro que tienen ribera al lago.
Estas visitas las aprovechó para motivar a más mujeres para que se animaran a formar parte de su iniciativa, y así poder adquirir nuevas habilidades de beneficio para su subsistencia. “Invitamos a las mujeres a cultivar y ya hemos ampliado nuestra variedad a 10 diferentes tipos de hortalizas. Esto nos ha permitido de crear nuestro propio banco de semillas”, dijo.
Del otro lado del lago, en la aldea Llano de Ánimas, a orillas del lago, e inspirada por las enseñanzas de su mamá, Lucy Sandoval decidió que era hora de tomar acciones para el beneficio del Amatitlán. “Mi mamá nos enseñó a seleccionar todos los residuos orgánicos e inorgánicos. Entonces, todos los residuos de la cocina, de las verduras y frutas, ella las utilizaba para el jardín”, contó.
Con esto en mente, y gracias al apoyo de su esposo, ingeniero agropecuario, se dio a la tarea de crear un banco de semillas y enseñar a las mujeres de su comunidad a contar con huertos familiares en sus hogares, con el fin de mejorar su situación económica y su salud alimentaria.
En una visita a Europa, pudo experimentar de primera mano, los esfuerzos que se realizan en algunos países del Viejo Continente para evitar la proliferación de residuos plásticos. “Pude ver las máquinas en donde uno puede introducir sus botellas y recibe dinero y tickets para canjear por productos”, dijo. Eso le dio la idea de implementar un programa similar en Guatemala, una eco-tienda basada en el concepto de economía circular en el que todo lo que se puede reutilizar, se reutiliza, y a la que bautizó como Eco-Luciérnaga Store.
“Lo que hacemos es que las personas nos traen su reciclaje, entiéndase libros, papel, latas, PET, botellas de vidrio, y nosotros les compramos con un valor de mercado un poquito más alto, para que se vayan motivados y lo vuelvan a hacer”, contó. Durante los últimos dos años, Sandoval ha recolectado hasta 20 mil botellas de plástico y unas 3,500 libras de papel, a las que se les da un nuevo uso. “Nosotros canjeamos productos reciclables por puntos, y así los recolectores, o cualquier persona que nos deje material, pueda intercambiar estos puntos por víveres u otros productos que tenemos en la tienda”, añadió.
Ambas mujeres están convencidas en que la única manera para revertir la situación es la de dedicar esfuerzos en temas de educación ambiental, ya que es a través del conocimiento que el resto de la población aprenderá a apreciar más la gravedad ambiental con la que conviven, así como a valorar los esfuerzos que estas iniciativas realizan por implementar soluciones sostenibles.
Si bien las buenas intenciones son necesarias para emprender un cambio de paradigmas, nada de esto puede tener un impacto real sin que se logre la sostenibilidad económica. Todo esto sin contar la cantidad de adversidades que se presentan en el camino. “A mí me dicen ‘esto no es Europa, es Guatemala, y aquí nada de eso funciona”, se lamentó Sandoval.
Otro factor en contra, es el machismo de la sociedad, ya que se les ve a las mujeres como personas con pocas habilidades y liderazgo para generar un cambio significativo en la sociedad. “Nuestro proyecto nació al ver las injusticias que las mujeres viven dentro de sus hogares, en donde los esposos las relegan a actividades domésticas, y también por la discriminación de nuestras autoridades que no nos apoyan”, añadió Contreras.
Pero, más que detenerlas, están decididas a seguir sus sueños, no solo por recuperar el brillo del lago, sino por dotar de nuevas herramientas a los pobladores de sus comunidades. En el caso de Sandoval, si bien se ha capacitado en lugares como Sacramento, California, París, Francia y Amsterdam, Holanda, continúa asentando su propuesta, con el objetivo de conseguir aliados que le permitan expandir su idea y llevarla más allá de su aldea en Amatitlán.
“Mi papá me ayuda a recoger el producto. Una hermana me ayuda con el pago del local, otra con víveres. Todos hacemos un poquito para que todo funcione. No tenemos ayuda de ninguna empresa privada, mucho menos el gobierno. Lo hacemos solos”, dijo.
Contreras, por su parte, ha logrado avanzar un poco más, debido a que son más personas las que están involucradas en el proyecto. Su grupo de Altruistas ha crecido hasta contar con 10 mujeres que participan activamente en las capacitaciones, la siembra y cosecha de cultivos y la elaboración de productos comestibles. En los últimos tres años, con la producción de los huertos, y la elaboración de productos comestibles orgánicos, ya han generado unos Q30,000 ($3,880) e impactado a 1,500 familias.
Esto ha sido gracias a programas de capacitación impartidos por iniciativas como Wonder Woman Guatemala, quienes las dotaron de herramientas para ayudarles a ser “financieramente autónomas, poder desarrollar sus modelos de negocios y pasar de una mentalidad emprendedora a empresaria, para, en algún momento, poder generar empleos”, contó Andrea Cabrera, fundadora de la organización.
El empoderamiento de las mujeres en zonas rurales es clave, según los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) impulsados por Naciones Unidas. “Están intrínsecamente vinculados a la vida de mujeres y niñas en todo el mundo, incluyendo la de las mujeres rurales, que son esenciales para su éxito. En especial, la meta de lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y las niñas, erradicar la pobreza en todas sus formas, la meta de poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria, y promover la agricultura sostenible, entre otros”.
El camino de Contreras y Sandoval no ha sido fácil, pero ambas están convencidas que el objetivo de rescatar el lago a través de procesos ambientalmente responsable es posible. “Queremos dejar un planeta saludable, pero también queremos dejar gente saludable para que cuide el planeta”, dijo Contreras.
Por su parte, Sandoval sabe que, aunque el camino es difícil, “si se lleva 20 años, no importa, porque mientras tenga vida, esto voy a hacer”, concluyó.