Monitoreo ciudadano permite registro de nuevas especies

Historia por: Jorge Rodríguez Fotografía por: María Eugenia Paredes Lun 4, Ene 2021

La observación de aves es una de las actividades más populares en los países centroamericanos. Lo que comenzó como una actividad que practicaban turistas de la tercera edad estadounidenses, y biólogos profesionales, pasó a ser parte de la oferta turística de pueblos y áreas rurales de Guatemala y el resto de Centroamérica.

Este interés por visitar lugares en donde se pudiera observar a aves únicas, así como observar el comportamiento de otras que migran desde el norte del continente durante la temporada de invierno, ha crecido tanto en la región, que, además de ser parte de la oferta turística de los países, ha llamado la atención del público en general.

La pandemia de la COVID-19, que obligó a tomar medidas de confinamiento en todos los países a inicios de 2020, y que amenaza con una segunda ronda de encierros por la llegada de una segunda ola a Centroamérica, llevó a muchos ciudadanos a escuchar los sonidos que los rodeaban, tanto en zonas urbanas como áreas rurales, y las aves se hicieron más visibles.

Nuevos registros

Mochuelo moreno. Foto: Esteban Matías/Macaulay library

A inicios de 2020, durante uno de los conteos navideños que se realizan en Guatemala, un grupo de observadores de aves registró, después de 115 años, al burrowing owl (Athene cunicularia), un ave de la que el último registro databa desde 1907.

Para los poco conocedores, un nuevo registro no necesariamente significa que sea una nueva especie para el país, sino que esta se añade al catálogo de especies ya existentes dentro de un territorio.

En marzo de 2020, según informó la Asociación Hondureña de Ornitología, otro búho fue registrado por primera vez. El ave conocida como mochuelo moreno, o unspotted saw-whet owl (Aegolius ridgwayi) fue vista en el Parque Nacional Montaña de Celaque.

En Costa Rica, el observador de aves Diego Ramírez, a través de su blog Mr. Birding, enlistó a una variedad de aves que podrían convertirse en nuevos registros para el país tico, ya que anteriores reportes se han dado en zonas fronterizas con Panamá y Nicaragua. Entre las especies resalta el perico del Pacífico, o Pacific Parakeet (Psittacara strenuus), que se distribuye desde el sur de México hasta Nicaragua, por toda la costa del Pacífico.

Otra es el hormiguerito del Pacífico (Myrmotherula pacifica), un ave que se distribuye desde Ecuador hasta el norte del Caribe de Panamá.

Los registros de 2021

Infográfica: La Prensa Gráfica

El aumento de nuevos registros en la región se debe, principalmente, al aumento de actividades de avistamiento que se realizan en Centroamérica. A pesar de la pandemia, durante la última semana de diciembre se llevaron a cabo algunos conteos navideños, que en el caso de Guatemala ya tienen 8 años de realizarse.

Los conteos navideños surgieron por iniciativa de Audubon, a inicios del siglo XX en Estados Unidos, como una medida para evitar la cacería de patos que había puesto en peligro a esta especie en el país norteamericano.

En sus redes sociales, un grupo de pajareros de Guatemala anunció el nuevo registro del Nicaraguan seed-finch (Oryzoborus nuttingi), que fue visto en la parte occidental del país.

En El Salvador, al igual que en Guatemala con el burrowing owl, se logró el registro de un ave que había «desaparecido» del listado oficial de aves de ese país desde hacía 90 años. Según informó La Prensa Gráfica, un grupo de fotógrafos del medio de comunicación avistó al vireo plomizo (Vireo plumbeus montanus), en Chalatenango, al norte del país.

«El Vireo Plomizo es un especialista de bosques, habitante arriba de mil metros de altura, muy poco conocido, con apenas unos cuantos registros. Los primeros se deben al ornitólogo estadounidense A. J. van Rossem, que lo encontró bastante común en bosques de pino-roble en San José El Sacaré, La Palma, Chalatenango y en Chilata, Santa Isabel Ishuatán, Sonsonate, en 1927», dice el medio.

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