Avistamiento de cetáceos en el Pacífico guatemalteco

Parece increíble, pero lo cierto es que el Pacífico guatemalteco es hogar de una gran diversidad de vida marina que incluye a los mayores mamíferos del planeta, y permite el avistamiento de cetáceos, principalmente durante los primeros meses del año.

A solo unos kilómetros mar adentro es posible ver, con suerte, a diferentes especies de ballenas, como la jorobada y la orca, así como otros cetáceos menores como los delfines. Existen muchos touroperadores autorizados que ofrecen la oportunidad de encontrarse ante este tipo de vida silvestre.

Según los expertos, estos animales visitan las aguas locales desde enero a junio, siendo los meses de marzo y abril en los que la probabilidad de verlos aumenta. Sin embargo, como todo en la naturaleza, depende mucho de factores externos, como hora del día, condiciones climáticas y los hábitos rutinarios de los propios animales.

Delfines

Los delfines son algunos de los cetáceos que se ven el Pacífico guatemalteco. Foto: Jorge Rodríguez/Viatori

Afamados por su gran inteligencia y su personalidad jugetona, existen hasta 34 diferentes especies de delfines en los océanos del planeta. Miden entre 2 y 9 metros de largo y utilizan los sonidos, la danza y los saltos para  comunicarse entre ellos. Son las actividades humanas las que representan la mayor amenaza para estos cetáceos.

Orcas

Foto: Wikipedia

Técnicamente pueden considerarse como delfines, ya que son pertenecientes a la familia Delphinidae. Es la especie más grande de delfín y habita en todos los océanos del planeta. Los machos pueden llegar a pesar más de 5 toneladas y medir cerca de 9 metros de largo. Por sus hábitos migratorios, no existen datos precisos acerca de los riesgos que corren como especie.

Ballena jorobada

Marzo y abril son los mejores meses para avistar ballenas jorobadas en el Pacífico guatemalteco. Foto: Jorge Rodríguez/Viatori

Al igual que los otros cetáceos visibles en el Pacífico guatemalteco, la ballena jorobada habita todos los mares del planeta. Se especula que recorren unos 25,000 kilómetros al año, migración propiciada por las estaciones climáticas de las zonas en donde habita. Durante el invierno polar se desplazan a aguas tropicales, como las de Centroamérica, para parir y alimentar a sus crías.