Los cruceros en la Guatemala con COVID-19

Historia por: Jorge Rodríguez Fotografía por: Jorge Rodríguez Sáb 20, Nov 2021

En 2020, en plena temporada de cruceros en Guatemala, el país había registrado el ingreso de unos 93.000 viajeros, provenientes de diferentes partes del mundo. Entonces, cada uno de ellos, en promedio, gastó durante su estancia, alrededor de $180, lo que se convirtió en unos $15.6 millones de dólares que fueron directo a las arcas de la economía guatemalteca.

Antes del el inicio de la pandemia de la COVID-19, Guatemala esperaba el ingreso de más de 130 mil cruceristas, a bordo de 98 diferentes naves provenientes de diferentes partes del mundo, particularmente desde Estados Unidos, Canadá y Europa.

Después de 15 meses de paro total, y luego de la aprobación por parte de Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC), las grandes embarcaciones reiniciaron sus viajes en junio de este año. Se crearon nuevos protocolos de salud y seguridad, entre los que se incluyen requisitos de vacunación, procedimientos de prueba de COVID-19 e instalación de sistemas de filtración de aire de grado hospitalario, así como planes de cuarentena y evacuación para los que lleguen a enfermarse.

Dos de las grandes empresas mundiales en el sector, The Royal Caribbean Group y Norwegian Cruise Line Holdings, se unieron a expertos en temas de seguridad sanitaria, para crear un plan de 65 páginas con 74 aspectos de seguridad, que se convirtió en el estándar de la industria. Con todo esto, las anclas se levaron, y los cruceristas comenzaron a visitar playas y costas tropicales, en busca de destinos exóticos y coloridos.

Inician temporada en Guatemala

En el Puerto Santo Tomás de Castilla, arribó la embarcación Seven Seas Explorer, con la cual inició oficialmente el retorno de cruceros del lado del caribe verde guatemalteco para la temporada 2021-2022. Foto: INGUAT

«Para Guatemala el segmento de turismo de cruceros permite brindar una muestra de la riqueza natural y cultural del país, en donde los visitantes pueden conocer en un periodo de 10 a 14 horas la oferta turística del país, con fin de invitarlos a regresar con una estancia más extendida», dijo en un comunicado el Instituto Guatemalteco de Turismo (INGUAT), al dar por iniciada la temporada en la zona del Caribe del país.

Según la entidad turística, desde ahora hasta mayo de 2022, Guatemala recibirá a 48 cruceros, (25 del lado del Caribe y 23 en el Pacífico). Dependiendo de la zona en la que atraquen los barcos, los viajeros internacionales tendrán la opción de visitar algunos sitios emblemáticos, como sendero Las Escobas, Bahía de Amatique, el Lago de Atitlán, fincas cafetaleras, de macadamia, el Volcán de Pacaya, Iximché y el Parque Nacional Tikal.

Para la temporada 2021-2022, alrededor de 55 mil cruceristas estarán llegando a las costas guatemaltecas, según estimaciones de INGUAT.

De acuerdo con informaciones internacionales, si bien aún estamos en pandemia, existen una serie de protocolos que las embarcaciones, tripulantes y viajeros deben de cumplir, como requisitos para moverse por las aguas del océano Atlántico y Pacífico.

Las normas varían según cada línea de cruceros, pero el protocolo en común es el requisito de vacunación. La mayoría de los barcos operan con un mínimo del 95% de vacunados a bordo. Se hacen excepciones para un grupo pequeño de niños menores de 12 años y un número aún menor de adultos no vacunados que han tenido la COVID-19 o que tienen enfermedades subyacentes. Muchas líneas de cruceros exigen el uso de mascarilla en las áreas interiores de los barcos que están muy concurridas. Con la propagación de la variante delta, la mayoría de las líneas también agregaron el requisito de la prueba de detección de la COVID-19 antes del viaje (PCR o prueba de antígeno realizada bajo supervisión de un profesional médico) la cual es obligatoria para todos los pasajeros, ya sea vacunados o no.

Casos de COVID-19 y las implicaciones ambientales

Los cruceros suelen albergar a unas 2,500 personas por viaje, en travesías que duran unos 7 días. Foto: Jorge Rodríguez/Viatori

Todas estas precauciones, sin embargo, no pueden alejar por completo el riesgo de infecciones de COVID-19. En cuatro meses de operación, los CDC anunciaron la infección de 1.359 cruceristas (1 fallecido), pasajeros de diferentes navieras, según informó Los Angeles Times. Estos casos se dieron entre el 26 de junio al 21 de octubre.

El problema, según las agencias estadounidenses, radica en que la mayoría de personas infectadas con la COVID-19, no reporta la aparición de síntomas antes de abordar las embarcaciones, lo que hace más difícil detectar posibles casos positivos del nuevo coronavirus.

La pandemia también trajo a discusión el impacto que las actividades humanas tiene sobre los recursos naturales, y en el caso de los cruceros, son algunos de los mayores contaminantes en funcionamiento en la actualidad. En promedio, un crucero produce hasta 1,200 kg/km recorrido de dióxido de carbono (CO2). Si comparamos que un vehículo compacto puede producir apenas unos 100 g/km recorrido de CO2.

A pesar de que en Guatemala, y otros países de la región de Latinoamérica, se celebra el regreso de estas grandes embarcaciones, es importante que las personas estén atentas a las regulaciones que los países pueda aplicar, tanto en temas de la propagación de la COVID-19, así como el cuidado de los recursos naturales. Según OurWorldInData, apenas el 22,2% (3.748.057) de la población ha recibido el esquema completo contra el nuevo coronavirus, lo que pone al país con una de las menores tasas en toda la región.

En cuanto a los impactos ambientales, en el país centroamericano no existen regulaciones específicas para los cruceros que atracan en sus costas, a diferencia de otros países. Según informaciones emitidas por INGUAT, la prioridad del Estado ha sido enfocada en «lograr que Guatemala sea un destino seguro para los turistas extranjeros para atraer mayor turismo al país e impulsar la reactivación económica a través de este sector».

Por lo pronto, INGUAT entrega sellos de Bioseguridad, «un distintivo que el INGUAT otorga a las empresas prestadoras de servicios turísticos que se comprometen y declaran cumplir con la implementación de las Guías de Buenas Prácticas para la Prevención del COVID-19». Además, las empresas que han sido distinguidas con este sello, también obtuvieron el Sello Safe Travels que el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC, por sus siglas en inglés), un sello que «permitirá a los viajeros y otros grupos de interés en Viajes y Turismo reconocer a las autoridades de destino y las empresas de todo el mundo que han implementado protocolos de salud e higiene».

Los esfuerzos de las autoridades por recuperar la economía de los países, no debería, sin embargo, de llevar a un estado de relajación a la población, ya que como dice ElDiario.es, «el virus sigue presente y tiene la potencialidad de mutar y con ello generar variantes amenazadoras más contagiosas y elusivas a la eficacia de las vacunas. Aún desconocemos la verdadera duración de la inmunidad generada por la infección natural y por las vacunas. Las vacunas no son esterilizantes y no evitan la infección y el contagio».

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