Cristian Rodríguez, es un montañista guatemalteco radicado en el País Vasco, España. Debido a su pasión por las actividades al aire libre, las montañas y el contacto con la naturaleza, fundó la organización Ibilki, con el objetivo de llevar a toda clase de personas a disfrutar de la naturaleza y así mejorar su estado de salud.
Ibilki es una organización no lucrativa «con un enfoque de integración social con colectivos que van desde grupos de personas de diferentes culturas, diversidad generacional, y con personas con discapacidad y personas en peligro de exclusión social».
La idea es acercar la montaña a todo tipo de personas, pero en particular a aquellas que tengan algún tipo de discapacidad.
Radicado en España hace 10 años, Cristian realiza, con Ibilki, dos o tres expediciones al mes con personas con diferentes capacidades. Sin embargo, cada vez que viene a Guatemala (una vez al año), siempre organiza excursiones con grupos de personas para que puedan gozar de los diferentes destinos naturales del país.
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«Las personas que tienen algún tipo de discapacidad, se ven beneficiadas en tres aspectos: el psicológico, el físico y el social«, dice Cristian. «Es importante que el resto de la población aprenda que estas personas pueden hacer las mismas actividades que el resto, con tiempos diferentes, pero con las mismas capacidades», añade.
Los pasados días 23 y 24 de agosto, junto a su equipo de Ibilki, Cristian realizó una caminata en la Finca El Pilar, San Cristóbal el Bajo, en Antigua Guatemala, así como un taller de capacitación a guías locales de la zona.
El tema de la accesibilidad universal es una materia pendiente para países como Guatemala, más si se les compara con países de Europa. «Yo no era tan consciente de esto, hasta que mi padre perdió una pierna hace años», recuerda Cristian. «[Las calles de Guatemala] no están hechas para personas con discapacidad. Están llenas de baches, hay que parar el tráfico. La falta de infraestructura no permite que el resto de la población se sensibilice al respecto», dijo.
Y aunque ese es un tema que compete más a las autoridades de gobiernos municipales y central, en lo que se puede contribuir es en la concientización, ya que es necesario que cada persona entienda que las personas con capacidades diferentes, tienen los mismos derechos que el resto de la población.
«Hacemos trabajo de cooperación internacional, con el objetivo de enseñar a guías locales para que aprendan a movilizarse con personas con diferentes capacidades», cuenta.
Según Cristian, es importante que los propios guías tomen la iniciativa y busquen fuentes de aprendizaje para poder incluir a todas las personas en los viajes que organizan.
Si bien el turismo inclusivo es un concepto demasiado nuevo para el entorno de países como Guatemala, las personas con familiares y amigos con diferentes capacidades tienen el poder para cambiar la realidad en la que vivimos.
Al momento de elegir un paquete turístico, un destino alejado de la ciudad o bien un restaurante o cafetería, el primer paso es hacer ver a los administradores de los lugares acerca de la falta de inclusión para personas con diferentes capacidades. Lo segundo, y esto es mucho más complejo y muchas veces desesperanzador, exigir a las autoridades la implementación de normas y regulaciones para mejorar la accesibilidad para todas las personas.
Todo esto es importante, porque aunque se tengan diferentes tipos de capacidades, todas las personas tienen el derecho a disfrutar de lo que la naturaleza tiene para ofrecer. Considerar esto, como proveedores de servicios, también influye en el desarrollo económico del negocio, porque abriría las puertas a más clientes y a una mejor reputación.