En el mundo existe una creencia errónea de que la reforestación, como el reciclaje, son soluciones definitivas ante el cambio climático. De hecho, durante la pasada reunión de expertos climáticos mundiales, sostenida en Davos, Suiza, se planteó como una solución la siembra de un billón de árboles para «almacenar aproximadamente el 25%de la reserva de carbono atmosférico actual».
Sin embargo, esta afirmación genera desinformación en el público en general, ya que el abuso en la siembra de los árboles puede causar un efecto contrario al que se pretende impulsar.
«La reforestación en sí no es mala», dicen científicos alrededor del mundo. Sin embargo, «esta debe de ser estudiada y realizada tomando en cuenta las condiciones biológicas de los terrenos en donde se llevan a cabo». Sembrar especies nativas, valorar la diversidad biológica que dan arbustos, hierbas y otras plantas diferentes a los árboles, son algunas de las recomendaciones que se hacen a la hora de plantear la recuperación de zonas degradadas en cualquier parte del mundo.
«Muchas veces hay planes de reforestación que se enfocan en recuperar la cobertura arbórea, el dosel, que se vea verde desde arriba, que se sienta que uno está en el bosque, pero no se enfocan en recuperar esas interacciones ecológicas», dice María José Hernández, bióloga guatemalteca.
Si se plantan especies diferentes al clima de la zona, habrá consecuencias peores para el área, como afectar a los animales en su dieta o permitir la absorción de más rayos ultravioleta al reforestar en áreas nevadas cuyo trabajo es reflejar la luz solar.
Las campañas de reciclaje se mostraban como una solución ante la contaminación producida por productos plásticos, pero esto únicamente generó que el consumo se elevara, pensando que al reciclar, los desechos no irían a parar a los océanos. Sin embargo, es conocido que, por ejemplo, las botellas pet desechables, únicamente contienen entre un 5% y 10% de material reutilizable, por lo que es más caro para los productores reutilizarlas que fabricar nuevas.
En el caso de la reforestación, hay estudios que han demostrado que la agroforestería no es tan eficiente como se piensa. El clima más cálido actual, permite que los árboles plantados crezcan mucho más rápido de lo que lo hacían en el pasado. Sin embargo, estos mueren mucho más rápido, lo que significa que sus cualidades para atrapar carbono son mucho más temporales que los árboles de bosques crecidos naturalmente.
«Lo importante es conservar los bosques de árboles antiguos, que no solo son reservorios de biodiversidad, sino también de carbono a largo plazo», dijo Jesús Julio Camarero, investigador británico del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC).