Poblaciones indígenas en resistencia y reconocimiento

Historia por: Jorge Rodríguez Vie 9, Oct 2020

La llegada del COVID-19 no hizo más que agravar la realidad de exclusión e invisibilización que los pueblos indígenas de Latinoamérica viven desde hace siglos. Las políticas de los Estados, particularmente en países como Guatemala, han ignorado a los pueblos originarios, mediante un acceso limitado a los servicios básicos como salud, educación y agua potable, lo que repercute en su seguridad alimentaria y en su desarrollo económico y social.

“Es un mal momento para la región: somos el epicentro de la pandemia y la pobreza extrema está aumentando. Se prevé que la pobreza afectará a unos 230 millones de personas, 95 millones de las cuales caerían en una situación de pobreza extrema. Cuando vemos quiénes son estas personas, nos damos cuenta de que, sobre todo, son indígenas, y que más de la mitad son mujeres. Además, el mundo afronta una falta de liderazgo. Necesitamos un liderazgo global, no nos hace falta que cada país se centre en sus problemas. Necesitamos cooperación, acción colectiva”, dijo Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

«Desde el inicio de la pandemia, el gobierno nos obligó a estar encerrados, lo que ha repercutido en la economía de los hogares de la región.No se está respetando la idiosincrasia de los pueblos indígenas. El gobierno tiene un plan de alimento, que no llega a los pueblos indígenas”, mencionó Norvin Goff, presidente de MASTA, la máxima representación del Pueblo Indígena Miskitu, que viven en la región caribeña de Honduras.

Debido a que esta postura ha sido constante durante siglos, y que se ha visto agravada más recientemente con acciones de toma de territorios, cambio de uso de suelo, contaminación de recursos naturales, así como con un creciente clima de inseguridad y temor por la vida de los defensores de la tierra, los mismos pueblos han tomado la decisión de organizarse e impulsar su propia agenda de desarrollo y difusión.

Cosmovisión y apertura

«El desprecio por otras posibilidades de organizar la vida en común, ha hecho que muchos de los sistemas políticos y sociales de los pueblos indígenas sean calificados de simples “usos y costumbres” pero se trata en realidad de estructuras que organizan nuestra vida en común y que son producto de nuestras dinámicas y de nuestra historia», dijo Yásnaya Elena Aguilar, una lingüista y escritora indígena mexicana, quien escribe para el diario ElPaís, de España.

Aguilar menciona que estas posturas adoptadas por los grupos de poder, contravienen incluso la idea de democracia que dicen defender. Pero, a pesar de este desprecio, los pueblos indígenas continúan esparciendo sus conocimientos, al tiempo que luchan por defenderlos, al igual que los territorios que habitan.

Durante la pasada celebración del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, que se lleva a cabo cada 9 de agosto, diferentes grupos étnicos del continente se manifestaron, a pesar de las restricciones como consecuencia de la pandemia del COVID-19.

En la frontera entre Honduras y Nicaragua, se llevó a cabo el Sihkru Tara, un encuentro binacional de los pueblos indígenas de la nación Moskitia, en el que celebran y fortalecen su identidad en un intercambio cultural entre generaciones. Durante seis días familias enteras se trasladan a diferentes comunidades de ambos países, para celebrar el reencuentro con sus ancestros. Este año el encuentro se realizó de manera virtual, a través de Facebook Live.

En Guatemala, diferentes grupos de Sacerdotes Mayas, realizaron ceremonias de fuego en altares sagrados, como Kaminaljuyú, ya que, según el calendario maya, el 9 de agosto fue día Q’anil (semilla), en el que se pide por la abundancia, la armonía y el entendimiento. «Que estos tiempos de pandemia nos enseñen que nadie puede exterminar a otrx (sic) bajo ningún tipo de argumento. Que aprendamos a convivir y que esta es nuestra casa. Que se detenga el odio; que aclare la plenitud la libertad y la vida para mi pueblo. Un abrazo y saludo a todos los pueblos del mundo en esta celebración de la vida, la resistencia y la permanencia».

En otras partes de Latinoamérica, pueblos como los Maracá, en Brasil, Yshyr, en Paraguay y los ‪AI Kofan en Ecuador, hicieron varios llamados, no solo para celebrar su identidad, sino para resistir ante la precaria situación que enfrentan, tanto a nivel territorial, ambiental y de sanidad, por la presencia de la COVID-19.

Falta mucho por hacer

resistencia

Las mujeres indígenas se están convirtiendo en la última defensa de la naturaleza en contra del capitalismo mundial. Foto: Jorge Rodríguez/Viatori

Hasta 2014, los gobiernos de la región de Latinoamérica habían logrado la reducción de los índices de pobreza, con procesos que iniciaron en 2002. Se había logrado “sacar de la pobreza a más de 60 millones de personas”, dijo Barcená. Desde entonces, se han impuesto programas de austeridad fiscal, que han repercutido en el estado socioeconómico de la población, con un impacto significativo en los indígenas y las mujeres, dijo la funcionaria internacional.

La pandemia ahondará en esa realidad, y se podría llegar a ver hasta 230 millones de personas caer en la pobreza y pobreza extrema en la región. “Encaramos una situación muy delicada y una crisis aún peor que la de la década de los años 80”, añadió.

Ante una exclusión sistemática estatal, que se replica en las acciones de parte de empresarios y multinacionales, la esperanza radica en la “solidaridad” que las comunidades muestran entre sí. “Creo que hay mucha esperanza en que podamos unirnos en una acción colectiva de mayor cooperación porque esa es la única manera de salir de esto”, concluyó Barcená.

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