Guatemala tiene una amplia zona de bosques de mangle, que son importantes zonas de vida para diferentes especies silvestres, y son clave para la subsistencia de las poblaciones costeras.
Nunca será suficiente hablar de los sistemas manglares y de su importancia para la vida, incluyendo la humana, debido a que son fuente de alimento para especies marinas, aves y pequeños anfibios y mamíferos. Para las poblaciones humanas, estos bosques sirven de barrera en contra de eventos climatológicos, como tormentas y huracanes, así como de filtro de desalinización del agua de mar.
Debido a que son refugio de todo tipo de vida, la abundancia de recursos permite el abastecimiento de peces, aves, tortugas marinas y de las personas, que viven de la pesca artesanal.
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El turismo, sin embargo, se está convirtiendo en una fuente de ingreso importante para los pobladores de estas zonas. La belleza escénica, el contacto con la naturaleza y la posibilidad de realizar actividades amigables con el medio ambiente son elementos que atraen a nuevos turistas constantemente.
«Es importante aprender a gestionar todas las actividades que se realizan en las zonas marino-costeras, ya que es un trabajo de todos crear las condiciones idóneas para un desarrollo sustentable y sostenible», dijo Raquel Sigüenza del PNUD.
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La experiencia en el Manchón Guamuchal
Existen varias zonas que instituciones como el Instituto Guatemalteco de Turismo (INGUAT), el Concejo Nacional de Áreas Protegidas (CONAP) e incluso el Instituto Nacional de Bosques (INAB), promueven. El Manchón Guamuchal, en San Marcos, El Paredón, en Sipacate, y las playas de Monterrico y Hawaii, en Santa Rosa, son algunas zonas en donde la presencia de los bosques de mangle son aprovechadas por poblaciones locales para el desarrollo de actividades turísticas.
*Este reportaje fue realizado gracias al apoyo de INGUAT