Desde pequeños nos enseñan, en la escuela o colegio, la importancia de los árboles para la vida en este planeta, gracias a su función de generadores de oxígeno, vital para la existencia de todos los seres vivos. Varios estudios afirman que, además de esta función, los árboles también podrían ayudar a mejorar la salud pública en las ciudades del mundo.
Reducir la obesidad, la depresión, el asma y las enfermedades del corazón, así como ayudar al aumento en la productividad laboral y el bienestar general, son algunos de los beneficios que estos seres vivos proveen a las sociedades modernas humanas.
The Nature Conservancy (TNC) publicó un informe en el que alienta a los líderes políticos de las grandes ciudades y centros urbanos a que incorporen la creación de áreas verdes como una estrategia para mejorar la salud pública.
«Se ve a los bosques como artículos de lujo, pero en realidad son esenciales para mejorar la salud de las personas», dijo Robert McDonald, autor del informe. Como la gran mayoría de lo que sucede en las sociedades modernas, esto debe de ser un esfuerzo multisectorial, «ya que el sector forestal debería de colaborar directamente con el sector de salud pública y crear soluciones beneficiosas para las poblaciones urbanas».
De acuerdo al informe “Estudio de la Urbanización en Centroamérica: Oportunidades de una Centroamérica Urbana«, en Centroamérica se estima que para 2050 el porcentaje de la población urbana aumente del 59% actual a más de 70%. El ritmo de crecimiento de las ciudades en el istmo es el segundo más alto del mundo, superado solo por África (Guatemala, 3.4% de crecimiento anual).
Estos datos ponen de manifiesto la necesidad de crear políticas orientadas a la reforestación y regeneración de los bosques urbanos, contrario a las prácticas actuales en las que se está talando los bosques existentes para la construcción de complejos habitacionales.