Nunca consideré visitar tan afamada comunidad de Livingston en Izabal y menos durante el mes de noviembre, pero ¡qué mejor fecha para hacerlo! Gracias al apoyo del Instituto Guatemalteco de Turismo (INGUAT) y el trabajo en conjunto con el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés), se realizó una gira de 3 días en los que pudimos conocer proyectos de desarrollo comunitario, degustación de platillos tradicionales garífunas y, por supuesto, la respectiva clase de punta el baile tradicional de esta zona del Caribe guatemalteco.
Pero antes de poder disfrutar de todo eso, me sentí aliviada por la buena idea de prepararme con algo de música y alguna lectura para el camino, ya que el viaje en bus es de unas 5 horas desde la ciudad de Guatemala hasta Puerto Barrios.
Como es de esperar, la zona del Caribe es calurosa, pero noviembre es el mes perfecto para visitarlo, gracias a que hay más ráfagas de viento, y muchas nubes que cubren el Sol, por lo que se crea un equilibrio agradable con un clima húmedo pero fresco.
Desde Puerto Barrios hasta Livingston se realiza un trayecto de entre 30 a 35 minutos en lancha, tiempo exacto para poder aclimatarse al calor, desconectarse de todo lo que se deja atrás y prepararse para sumergirse en lo que se presenta como un ambiente hogareño y amigable.
Siendo mi primera vez en la cuna de los garífunas en Guatemala, no tenía muy claro de lo que me esperaba exactamente, sin embargo lo primero que salta a la vista son unos murales artísticos que recorren las calles principales del pueblo, pinturas con las que los habitantes se identifican con sus creencias.
Y esa es una de las características más interesantes de este lugar. Los garifunas son una cultura muy apegada a sus raíces, cosa que muestran en cada manifestación que realizan. Por eso creo que los murales que dan la bienvenida, son una excelente muestra de lo que a uno le espera en este lugar.
Es curioso saber que, por más que lo parece, la población garífuna no es la mayoritaria en Livingston, sin embargo son sus manifestaciones cotidianas y culturales las que resaltan y atraen a todos los que visitan este lugar.
Su importancia cultural en un Guatemala, compuesto por mayas, ladinos, xincas y los referidos garífunas, es celebrada cada 26 de noviembre desde 1996. Este día, mediante un baile llamado Yurumen, se celebra la llegada a tierra de los ancestros garífunas, esclavos africanos huyendo del imperio británico en el siglo XVII, y el inicio de una nueva etnia conocida como Garinagau o Garifunas.
Y es que parece que este pueblo celebra todo mediante el baile. A mí me tocó experimentarlo junto a la Orquesta de Percusión Garífuna. Sus integrantes, que son increíbles, van desde los 8 hasta los 25 años de edad y nos hicieron danzar hasta el cansancio, una actividad que debe estar en nuestro itinerario.
Escribir acerca de una experiencia que se entiende más viviéndola es algo difícil. Durante el recorrido de más de 5 horas de regreso a la Ciudad de Guatemala solamente imaginaba y recordaba todas esas sensaciones que cada uno de nosotros vive de manera única y especial, de la manera cómo el pueblo garifuna dejó mi interior con ganas de celebrar la vida bailando y moviéndome hasta encontrarme a mi misma.