La procesión de la calavera

Historia por: Carlos Duarte Fotografía por: Carlos Duarte Mar 31, Oct 2017

San José es un pequeño pueblo de Petén, ubicado a unos 20 minutos en carro desde la Isla de Flores. Tranquilo y acogedor, su entrada se caracteriza por una hermosa playa a la orilla del lago Petén Itzá, con un muelle que brinda una vista espectacular del paisaje. También es un pueblo con una ancestral tradición, misteriosa y mística, del Día de Muertos: la Procesión de la Calavera.

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Pasear por el pueblo no lleva mucho. En una caminata de diez minutos se puede llegar al cementerio. Como es tradición en esta fecha, varias familias estaban arreglando las tumbas de sus seres queridos mientras algunos niños jugaban en todo el camposanto. Una niña jugaba entre unas cruces cuando me vio y posó para algunas fotografías, luego su mamá la llamó pues eran casi las 7 pm, hora de ir a la misa, la misa de las calaveras.

Tradición milenaria

Una niña juega entre dos cruces en el cementerio de San José Petén. Manuel García/Viatori

La iglesia mostraba ya a muchos parroquianos y algunos turistas, intrigados por esta tradición. En el altar de la iglesia, un armario de tres niveles llamó mi atención. En él habían tres calaveras, rodeadas de un ambiente de respeto y devoción. Unos niños, que eran los acólitos de la parroquia, sacaron las calaveras del armario y las dispusieron una a la par de la otra sobre una mesa frente al altar.

La gente comenzó a acercarse a ellas. Algunos rezaban y se persignaban, otros, varios niños, las besaban. Fue cuando entendí la importancia, tanto del ritual como de los mismos cráneos en la población: significaban mucho para el pueblo y sus habitantes. Según la leyenda, las calaveras pertenecen a los ancestros fundadores del pueblo.

Las tres calaveras pertenecieron a tres antiguos líderes de la etnia Maya Itza, que habitaron la zona previo a la llegada de los españoles. Esta parte de Petén no fue conquistada hasta la segunda mitad del Siglo XVII.

Mensaje de unión y memoria

calavera
Celebración de la misa en San José Petén. Foto: Manuel García/Viatori

En su mensaje, el sacerdote menciona la importancia de respetar todas las creencias, más cuando estas se fusionan en el sincretismo guatemalteco. Fusión de dos culturas que al principio chocaron, y que luego se fueron uniendo paulatinamente.

Finalizada la tradicional misa del 31 de octubre, una de las calaveras sale en procesión por las calles de San José, visitando las casas de aquellos que los solicitaron previamente.

José Domingo (izquierda) pasea una calavera en San José Petén. Foto: Manuel García/Viatori

En cada casa ya había predispuesto un altar en la sala con imágenes religiosas, comida (caldos de gallina y kak-ik), platos típicos como el ixpazáa y los bollos de ixpelón y dulces de ayote. La calavera es colocada en la mesa convertida en altar y los dueños de la casa y los asistentes le rezan una novena.

Las noches del 1 y 2 de noviembre ven como este ritual se repite en casi todas las casas de San José. Niños, jóvenes y adultos acompañan, le rezan y besan a la calavera que pasea por las calles del pueblo. Es, sin duda, una de las tradiciones más alegres y espectaculares para este Día de los Muertos.

Este año, debido a la emergencia por la pandemia de COVID-19, la celebración será diferente. La tradicional misa se realizará solamente con las 12 personas que tendrán el turno de recibir las calaveras, mientras que las familias podrán realizar la celebración desde sus hogares, y el recorrido por el pueblo no se llevará a cabo, como medida de seguridad.

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