Una estudiante de Guatemala diseña un filtro con restos de camarones que permite la limpieza de entre un 90% y 95% de aguas contaminadas con colorantes.
Hace un año, aproximadamente, Isabel Amorín, una joven estudiante de Química en la universidad estatal de San Carlos de Guatemala, divagaba preguntándose: “¿Cómo solucionar el problema de contaminación de los ríos en Guatemala?”.
Su mente inquieta la llevó a considerar un polímero conocido como quitosano. Este se obtiene a partir de la modificación química de la quitina, una molécula que se encuentra en el exoesqueleto de crustáceos como los camarones, langostas y cangrejos. El quitosano es conocido por los fabricantes de vino y cerveza, ya que se utiliza para clarificar ambas bebidas y que cojan mejor cuerpo y sabor. También se usa en la agricultura como fungicida.
Coincidentemente para Amorín, tener acceso a la materia prima (camarón), no sería nada complicado de obtener. “El país [Guatemala] produce unos 22 millones de kilos de camarón al año. De ellos, la mitad se desperdicia”, cuenta. “Solo tuve que acercarme a los restaurantes de la ciudad y ellos me dieron los desperdicios”. Lo que inició como sueños en el aire, pronto comenzó a transformarse en un prototipo del filtro de bajo costo para la limpieza de tinturas y otros materiales químicos que se vierten en los ríos de esta nación centroamericana.
Con todo esto en las manos, Amorín se encontró con una convocatoria de Young Water Solutions (YWS), un programa internacional creado para acercar brechas entre los proyectos de mentes jóvenes y las fuentes de financiamiento. “15 días antes del cierre de la convocatoria envíe mi aplicación y fui elegida para poder presentar mi idea en Suiza”, cuenta.
Unas 2.600 millones de personas en el mundo (el 40% de la población mundial) no tienen acceso agua potable. Y existen unas 300 zonas identificadas como posibles focos de conflictos armados para hacerse con el control de las fuentes de agua en 2025, caso de Siria, Bolivia e Israel y Palestina, por mencionar algunos.
Todo esto debido a un aumento en el consumo. La ONU advierte de que en 2050,el consumo en el mundo se elevará un 44%, para satisfacer, principalmente, la demanda de las industrias y la población urbana.
Esta realidad acentúa la necesidad de apoyar iniciativas que vayan en la línea de mejorar la manera en que se consume y se dispone del agua en todos los países del planeta. “En Guatemala la industria textil es una de las más importantes, ya que representa el 19% de sus exportaciones. Esto hace que la cantidad de contaminantes que se vierten en las aguas de los ríos sea preocupante”, advierte Amorín.
“Existe un real interés de parte de los jóvenes en temas de emprendedurismo social. Durante la convocatoria de 2018 recibimos 430 aplicaciones, por lo que consideramos importante dar un apoyo real a estas iniciativas e inquietudes por resolver la problemática del agua y saneamiento en todos los países”, dice Antonella Vagliente, directora de YWS. Porque, según sus palabras, contar con propuestas innovadoras es solo parte del camino. “También se necesita formación en temas de capacitación, coaching y formas de cómo emplear el financiamiento”.
Existen otras dificultades, ya que Latinoamérica es la región que menos propuestas realiza en estas temáticas. La directora de YWS da cuenta de que el 70% de las propuestas que reciben proviene de África, un 20% de Asia y el resto del subcontinente americano. “Es una cuestión cultural, ya que los países latinos desconocen las fuentes de apoyo que existen”, añade.
Además, está el poco apoyo de parte de los Estados a temas de I+D. “En Guatemala hay 14 veces menos masa crítica que en el resto de la región y apenas se realizan 11 publicaciones científicas por cada millón de habitantes”, dice Aldo López, subsecretario Nacional de Ciencia y Tecnología.
A pesar de todo este panorama, son las mujeres como Isabel Amorín quienes más propuestas y trabajos realizan en la pequeña nación centroamericana en temas de investigación. Su viaje, capacitación y apoyo financiero obtenidos en Bélgica y Suiza le han permitido avanzar en el perfeccionamiento de su emprendimiento. “La idea es comerciarlo con pequeños productores, quienes, por cuestiones económicas, no invierten en la descontaminación del agua”.
Con materiales de bajo costo, como vidrio o cerámica, el filtro ideado por Amorín permite la limpieza de entre un 90% y 95% de aguas contaminadas con colorantes. “Luego de agregar una solución salina, la tintura obtenida del proceso de filtrado se puede reutilizar hasta 10 veces más. En el caso del agua, esta recupera su estado natural, lo que permitiría su uso según las necesidades de la industria”, cuenta. Todo esto se presenta como un atractivo para las empresas, ya que reduciría costos de producción en todas sus líneas.
Ya sean pequeños o grandes productores, este filtro podría solucionar el problema de la contaminación y las fuentes de agua. En Guatemala no existe una ley de aguas, por lo que no hay plantas de tratamiento ni regulación en el tema. Por otro lado, el agua subterránea se está agotando, lo que representa un serio problema en un futuro cercano.
“Este es un producto muy innovador y no existen registros de que haya algo parecido en ninguna otra parte del mundo”, dice Vagliente. “Por esa razón es necesario apoyar su desarrollo, ya que puede representar un gran aliado en el tema de la descontaminación de las fuentes de agua”.
Amorín, a diferencia de la mayoría de nuevos científicos de su generación, que anhelan asentarse dentro de la Academia, busca consolidar su prototipo y fundar su propia empresa de corte social. “Ahora queremos probar el filtro en alguna comunidad de Guatemala y así conocer su alcance, así como posibles áreas de mejora”, subraya.
Es este interés mostrado por nuevos emprendedores sociales, lo que podría generar un cambio de paradigma en el sector de innovación y desarrollo. “La Academia debe de volcarse hacia una postura más práctica, ya que el mundo actual demanda de soluciones a problemáticas en temas como el aire, la robótica, la agricultura sostenible y la nanotecnología”, añade López.
Y aunque se ha encontrado con escenarios adversos, Amorín toma como ejemplo lo logrado en otros países, como Bélgica. “En solo 26 años han logrado limpiar hasta el 83% de sus fuentes de agua. Para mí eso es impresionante, ya que decidieron tomar acción en un tema esencial como el agua”, relata. “En esta parte del mundo estamos con la moda de no al plástico, pero antes de ello debemos de resolver el tema del manejo de los desechos sólidos, la materia orgánica y los químicos, que al final, son los que más contaminan nuestras fuentes de agua”, finaliza.
Historia publicada originalmente en Planeta Futuro de ElPaís de España.