María José Hernández: «No podemos hablar de conservación si no se hace participe a la población»

Historia por: Jorge Rodríguez Fotografía por: Jorge Rodríguez Vie 14, Feb 2020

En septiembre de 2019, en una actividad realizada en el Jardín Botánico CECON-USAC, se presentó el Catálogo de Frutos y Semillas de la Reserva de la Biósfera Maya, un documento que contiene los datos taxonómicos de más de 100 especies diferentes que habitan esa zona del norte de Guatemala.

María José Hernández, quien es una bióloga y colaboradora permanente del Jardín Botánico, y que trabajó en la creación de este documento, nos cuenta acerca de la importancia de esta investigación y cómo puede ayudar a elaborar estrategias de conservación y recuperación de zonas degradadas.

Sentada bajo la sombra de varios árboles, y rodeada por arbustos de diferentes tipos, María José Hernández se deja llevar mientras cuenta acerca del Catálogo de Frutos y Semillas de la RBM que ella y un grupo de profesionales realizaron y publicaron en 2019.

“La importancia de los catálogos (radica en que nos) permite tener una base con la que se puede comparar o identificar algún tipo de semilla o fruto de alguna zona determinada”, dice. “Existen estudios, por ejemplo, que hablan de lo que los animales están consumiendo, pero no sabemos exactamente qué. Si no se tiene una línea base (como lo es ahora este catálogo) no podemos hablar de la importancia de alguna especie”, añade.

Desde niña, Majo, como la conocen sus colegas, se sintió atraída por las plantas, lo que la llevó a estudiar biología en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Realizó una pasantía al final de sus estudios en el Jardín Botánico, lo que le permitió tener una oportunidad de formar parte del staff permanente de este centro de investigación.

Carpología y arqueobotánica

Vista general de El Tintal, al norte de Petén. Foto: Manuel García/Viatori

La carpología es, según su definición más básica, la parte de la biología que estudia el fruto de las plantas. Con esta base, investigadores guatemaltecos se decidieron a realizar el trabajo de investigación dentro de la Reserva de la Biosfera Maya (RBM), la zona protegida más importante de Guatemala. “Había un vacío (previo a esta investigación) ya que no se tenía documentada la morfología de ciertos frutos y semillas”, cuenta Majo. Ahora se cuenta con información “fotográfica, con medidas, usos (si son plantas medicinales o comestibles) y de qué manera participan (las plantas y frutos) del síndrome de dispersión, que está relacionado a la interacción ecológica entre la flora y la fauna del área de estudio”, añade.

Los frutos y las semillas son de gran importancia en la cadena biológica de las zonas silvestres. Son la base de alimentación de los animales frugívoros, quienes a su vez son el alimento de otros depredadores. Todos, en su conjunto, dan forma a los diferentes ecosistemas que existen en todas las áreas naturales del planeta.

Otro factor llamativo de esta investigación, es la zona en la que se realizó. La RBM es hogar de miles de sitios arqueológicos, cuna de la antigua civilización Maya. Esto abrió la oportunidad para embarcarse en una rama científica poco explorada en la región: la arqueobotánica.

Majo cuenta que tienen un arreglo de cooperación con el proyecto arqueológico El Tintal, para documentar los frutos y semillas actuales, y así crear una base de datos que permita compararlos, mediante el uso de carbonos, con los que vayan surgiendo de las excavaciones y así tener conocimiento de qué era lo consumían los mayas antiguos.

“La investigación arqueobotánica busca conocer los hábitos de los antiguos mayas y conocer si las comunidades actuales en las zonas boscosas aún los ponen en práctica”, cuenta Majo. Con esto, se busca “recuperarlos” o fortalecerlos, lo que permitirá “darle valor a todo lo que produce el bosque” y sembrar “un sentido de protección de los recursos de parte de las personas” que lo habitan.

Soluciones prácticas y aplicadas

María José Hernández

María José Hernández inspecciona algunas de las plantas que se estudian en el Jardín Botánico de la Ciudad de Guatemala. Foto: Jorge Rodríguez/Viatori

A pesar de que todo suena ultracomplejo y científico, la finalidad de esta investigación es la de encontrarle un uso práctico y sostenible a toda la información que se genera. “Hay un montón de frutos y semillas que pueden tener un potencial medicinal, alimenticio, industrial, incluso para tinturas, algodones y fibras”, que podría generar un beneficio para las comunidades que habitan las zonas boscosas.

Petén es, como ningún otro lugar en Centroamérica, un lugar en donde la conservación está respaldada por el trabajo que las comunidades realizan dentro de la RBM, así como el beneficio que han encontrado en el manejo sostenible del bosque.

“No podemos hablar de conservación si no se hace participe a la población de las medidas que se toman”, dice Majo. Para los investigadores “es fácil sugerir que no se toque una zona durante 20 o 30 años, hacer mediciones y sentirnos orgullosos por lo bonito que está creciendo el bosque. Sin embargo, para la gente es un terreno de tierra que no les está generando beneficio para subsisitr. Por ello, hay que ayudar a generar programas sostenibles que les permita obtener beneficios de la conservación”, añade.

El catálogo de frutos y semillas de la RBM está disponible en la página de Facebook del Jardín Botánico.

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