La experiencia de pajarear alrededor del Lago de Atitlán

Historia por: Jorge Rodríguez Fotografía por: Daniel Rodriguez Jue 23, Mar 2017

Pajarear. Cada vez que escucho esa palabra, lo primero que me viene a la mente es a una tía que me decía siempre «es que a vos te gusta pajarear todo el tiempo». Claro, ella se refería a que me la pasaba en mi mundo, mirando para el cielo, imaginando las posibilidades que la vida me tenía preparada.

Aunque imaginaba bastante, nunca habría creído que existe actualmente una actividad económica y turística a la que se le conoce con el término pajarear, que sería la traducción de birding, su contraparte en inglés. Su nombre técnico es avistamiento de aves, o aviturismo.

Debido a la celebración del Foro de Aves de Guatemala, en la ciudad de Panajachel, Sololá, al oeste de la ciudad de Guatemala, tuve la oportunidad de conocer más de cerca este tipo de experiencia, que, dicho sea, me dio gratas sorpresas.

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Temprano en la mañana

Aunque no era mi primera experiencia, si puedo decir que fue la primera vez que decidí verlo desde el punto de vista de quienes están inmersos en este mundo. Nuestro grupo fue distribuido en 5 locaciones diferentes. Algunos salieron a las 4 de la mañana, desde Panajachel, hacia sus destinos.

Cerro Paquisis, Mirador del Tepepul, Reserva Privada Los Tarrales, Corazón del Bosque. Estos son lugares a los que se puede llegar desde Pana y para los que ya existen tours y paquetes turísticos. En mi caso, me tocó ir a la Finca Santa Victoria.

Para empezar, la mayor actividad de casi todas las aves es antes de la salida del sol, por lo que hay que levantarse muy temprano en la mañana. Eso permite ver los lugares, como el lago y los volcanes de Atitlán, desde una perspectiva diferente. Segundo, los guías, aficionados y pajareros, son expertos en muchos temas.

Amanecer en Panajachel, Sololá. Foto: Jorge Rodríguez/Viatori

Es un conocedor de un amplio abanico de tipos de terrenos, bosques, altitudes, climas, ecosistemas y flora. «Fomenta no solo el aprecio a los pájaros, sino a toda la naturaleza, ya que esta brinda las condiciones ideales para que ciertas especies se desarrollen en determinadas áreas» dice Paul Chumil, guía especializado en aves en Panajachel.

Se camina bastante, aunque no tanto como en otro tipo de actividades turísticas como el senderismo o trekking. Los guías llevan también (como se ve en el video) una serie de llamados y sonidos para atraer a cierto tipo de pájaros.

Muchas oportunidades

Guatemala tiene registradas unas 740 especies diferentes de aves, entre residentes y migratorias. Solamente durante este foro, de tres días de duración, se lograron ver hasta 140 especies.

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«El aviturismo también nos genera desarrollo y un aprecio por nuestros recursos», añade Paul. Es una excelente manera de entrar en contacto con la naturaleza, fantástica actividad para los fotógrafos aficionados y una buena alternativa para que los niños y niñas comiencen, desde pequeños, a tomar conciencia de lo que tenemos, lo que nos rodea y lo importante que es para todos conservarlo y defenderlo.

El Quetzal guatemalteco (Pharomachrus mocinno). Foto: cortesía Daniel Rodríguez

Y es que es en el tema de los niños y niñas que el aviturismo puede, también, ser una herramienta para fomentar el aprecio por la naturaleza. Una de las ideas que tenía previo a esta experiencia era que pajarear era una actividad exclusiva para personas mayores, jubilados y de la tercera edad, con mucho tiempo para dedicarle a buscar pájaros.

Pero es evidente que es una práctica que está destinada a todo aquel que desee aprender acerca de aves, flora y climas, respirar aire puro y apoyar el desarrollo turístico y comunitario de los destinos que se visitan.

Foto: cortesía Daniel Rodríguez

Agradecimiento especial a Daniel Rodriguez por sus fotos y al Instituto Guatemalteco de Turismo (INGUAT) por la invitación.

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