La ciencia ayuda a documentar una nueva joya marina del Sistema Arrecifal Mesoamericano

Historia por: Viatori Fotografía por: Ana Giró/HRI Sáb 20, Mar 2021

Durante una gira de campo por las aguas del mar Caribe en Guatemala, la Maestra en Ciencias, Ana Giró Petersen confirmó que un área de “piedras”, como la describían los pescadores que la acompañaban en esa ocasión, resultó ser una zona arrecifal hasta ese momento desconocida.

Según relata Ana, ese 2014, un pescador le comentó sobre una zona somera de “piedras” que él y sus compañeros observaban al regresar de sus jornadas de pesca en zonas profundas. Ana decidió investigar para evaluar de qué se trataba y se sorprendió al ver que esta área presentaba una gran diversidad de especies de peces y alta cobertura coralina.

Ana regresó al sitio con su equipo para recabar más información y evaluar el estado de salud arrecifal, datos con los que contribuye a actualizar los archivos del Programa Atlantic and Gulf Rapid Reef Assesment (AGRRA), el cual ofrece indicadores científicos del estado de los arrecifes coralinos del Golfo de México y del Caribe con el objetivo de sustentar su gestión y conservación.

Ana cuenta que, al sumergirse en el área indicada por los pescadores, quedó maravillada al ver no solo la extensión de la zona arrecifal, sino la salud que irradiaba.

Para evaluar la extensión del sitio consultó varias cartas náuticas, sin embargo, estas no presentaban mayor detalle de la zona. Por esto se decidió realizar un mapeo batimétrico. A través de este análisis, se dio cuenta de que también había una caída pronunciada con forma de codo, similar a los sitios que eligen los peces durante sus agregaciones de desove en épocas de reproducción. Entonces decidió contactar a Will Heyman, experto en agregaciones reproductivas de peces, de Ecological Research Associates.

Asimismo, con ayuda de Ángela Mojica, Will Heyman y Miriam Olivares iniciaron las mediciones para obtener mapas de las profundidades del sitio y determinar las características (topografía) del fondo marino. Al realizar estos estudios, descubrieron que la zona era más grande de lo que esperaban. A la fecha, han mapeado 15 kilómetros de largo y 6 kilómetros de ancho.

“Es una belleza. Las áreas menos profundas tienen 10 metros y la abrupta caída tiene entre 250-300 metros. Sin embargo, estamos recabando datos científicos en profundidades que van de los 9 a los 21 metros. A mayor profundidad, los mapeos los hemos hecho con ecosonda, herramienta que permite determinar la distancia vertical entre el fondo del lecho marino y una parte determinada del casco de una embarcación”, indica la investigadora.

 

Existe gran diversidad de especies y alta cobertura coralina en el sitio Corona Caimán. Foto: Ana Giró/HRI

Con el objetivo de seguir conociendo y analizando el estado de ese sitio arrecifal, la Iniciativa Arrecifes Saludables para Gente Saludable (HRI, en inglés) -de la cual Ana es la coordinadora para Guatemala-, participó en la décimo primera convocatoria del Programa de Pequeñas Donaciones del Fondo para el Sistema Arrecifal Mesoamericano (MAR Fund, en inglés).

“Corona Caimán: apoyar la conservación de la joya del Arrecife Mesoamericano a través de ciencia sólida” es el nombre del proyecto que la HRI y Pixan’Ja propusieron en dicha convocatoria, a través de la que obtuvieron los fondos solicitados para desarrollar la primera fase del proyecto y hacer más buceos científicos, caracterizar las especies de peces, corales y bentos, generar mosaicos fotográficos e instalar sensores que miden temperatura y el grado de acidez o alcalinidad (pH) del agua.

Además, gracias a la investigación que se ha realizado durante varios años en el área, se logró la justificación para protegerla y declararla como zona de veda espacial (no pesca) por 10 años, a partir de mayo 2020. El Acuerdo Ministerial 85-2020 de la citada declaratoria lo logró DIPESCA/MAGA con el apoyo de la Fundación Mundo Azul y FUNDAECO.

Sensor de temperatura instalado en el sitio. Foto: HRI

Indagar en el fondo del mar

Los mosaicos fotográficos son la nueva tecnología que utilizan Ana y colegas para evaluar y conocer más sobre este arrecife, ya que ofrece imágenes tridimensionales con una excelente resolución, las cuales ayudan a evaluar la cobertura de coral, las especies dominantes y sus enfermedades. También permiten ver los cambios en el tiempo, tanto del sitio como de los corales en específico.

Fotomosaico de una zona en particular (izquierda). Al ampliar el cuadro amarillo (a la derecha) se observa mejor un coral o un área en específico. Foto: HRI

Debido a que esa zona arrecifal está ubicada en el límite marítimo con Belice, con apoyo de la organización no gubernamental Toledo Institute for Development and Environment (TIDE), en ese país, se están realizando trámites ante las autoridades correspondientes para iniciar los monitoreos científicos en el lugar.

Ante el caudal de información a la espera de ser recopilada, la HRI solicitó de nuevo financiamiento a MAR Fund, a través de la décimo segunda convocatoria del Programa de Pequeñas Donaciones y también lo obtuvo.

Con los nuevos fondos recibidos, tanto Ana como sus colegas investigadoras: Ángela Mojica, de Pixan’Ja, y Nicole Craig, de HRI Belice, esperan retomar sus actividades de buceo científico en mayo 2021, ya que por el confinamiento provocado por la pandemia de la COVID-19 estos tuvieron que ser pospuestos.

De izq. a derecha: Angela Mojica, Nicole Craig y Ana Giró. Detrás de ellas, el capitán de la embarcación, Carlos Ramírez. Foto: HRI

Otras metas de la Fase II de este proyecto son instalar más sensores de temperatura y pH, así como sensores   para detectar agregaciones de peces; y ofrecer seminarios en línea para dar a conocer los resultados de sus investigaciones a entidades del gobierno de Guatemala y al público en general.

A la fecha, entre la información científica obtenida, destaca que el sitio arrecifal mencionado tiene sitios con un 77 por ciento de cobertura de coral vivo, bastante diverso, algo sorprendente porque en el Sistema Arrecifal Mesoamericano (SAM), el promedio está entre el 19 y 20 por ciento. Este dato anima mucho a los investigadores, indica Ana, porque es una esperanza de que el SAM prospere, a pesar de los embates que le ocasiona la acidificación del mar o el aumento de su temperatura debido al cambio climático, entre otras amenazas.

¿Qué otros desafíos enfrentan los investigadores en el SAM?

Ana comenta que un reto para hacer investigación científica en el mar es la disponibilidad de personas que sepan bucear y tomar los datos con precisión, apoyo que es difícil conseguir. Aunque la HRI ha ofrecido capacitaciones en la temática, algunos de los participantes han seguido sus estudios en el extranjero, por lo que deben encontrar a nuevas personas que los ayuden en los monitoreos.

También hay que contar con un capitán y ayudante que conozcan bien la zona y sepan navegar y guardar la calma en situaciones complejas como cuando hay fuertes oleajes, corrientes y fuerte viento.

La lejanía de los sitios de monitoreo también representa mayor gasto en combustible y tiempo para efectuar el trabajo.

A pesar de todos los desafíos, Ana opina que el esfuerzo vale la pena, porque con sólida evidencia científica hay más probabilidades de incidir en políticas públicas encaminadas a la protección y conservación de valiosos ecosistemas como el SAM.

Descubrir sitios arrecifales con salud alienta a los investigadores a seguir obteniendo evidencia científica que respalde sus solicitudes para la conservación y manejo sustentable por parte de las autoridades de gobierno. Foto: Ana Giró/HRI

Esta historia fue publicada originalmente en la página de MARFund y escrita por Lucy Calderón el 17 de marzo de 2021.

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