Pepino, cacao de montaña y naranjilla cosechados en Monte Sión. Foto: Ivannia Alvarado Quirós.
En la oficina central, ubicada en las instalaciones de la Asociación de Desarrollo Integral del Territorio Indígena Talamanca Cabécar (Aditica) en Telire, las mujeres elaboran la ruta de intercambio de los productos que permite a todas las familias tener el alimento que necesitan a través de los métodos ancestrales propios del Sköwak (finca tradicional en los territorios Bribri y Cabécar), bajo los principios y valores culturales indígenas de solidaridad (Ñakimá), intercambio (Julákimá), colectividad (Klabé) y diálogo (Käpakö).
Intercambio de productos agrícolas cultivados por las mujeres indígenas. Foto: Ivannia Alvarado Quirós.
Desde su creación, en junio de 2020, época de mayor afectación de la cuarentena por la pandemia, este sistema ha permitido el intercambio de una gran cantidad de productos y semillas, con la participación de 110 familias del territorio Talamanca Cabécar. Entre la variedad de frutas y vegetales intercambiados se incluyen yuca, ñame, taro americano, frijoles, arroz, plátano, aguacate, maíz, chocolate, fruta de pan, carambola y mango. Además, ofrecen leche agria, leña, mermeladas, manteca de cerdo, pollo achiotado, pinolillo, carne ahumada, tamal asado, helados y más.
Durante 2021, con la apertura paulatina de espacios públicos y locales comerciales, se ha posibilitado el intercambio personal y la creación de una feria donde las mujeres pueden vender los productos y hacer trueques. Hasta junio se habían realizado cinco ferias que, además de la venta de productos agrícolas, han permitido el rescate de prácticas culturales, comercializar artesanías y comida típica.
Artesanías elaboradas por las comunidades. Foto: Ivannia Alvarado Quirós.
Jesenia Uva tomando nota de las ventas realizadas durante la feria. Foto: Ivannia Alvarado Quirós.
En las ferias cada tejedora lleva un cuaderno y anota lo que vende e intercambia para cada familia.
“En mi cuaderno anoto lo que nos enviaron las familias. Por ejemplo cocos, y al vender los cocos, yo tengo que sumar cuantos vendí y al final sumo la cantidad que es. Al regresar a la comunidad le reintegro la plata a cada familia o los productos que intercambié”, comenta Jesenia Uva Granados, de la comunidad de Los Ángeles.
Al final del día lo que no se logra vender, se intercambia.
Para las diez mujeres tejedoras de conocimiento, el Estanco de trueque virtual productivo se ha convertido en una fuente de ingreso. Lo que comenzó como un trueque, ahora es un sistema de comercialización que ha ayudado a que muchas familias, especialmente las mujeres, puedan recibir ingresos por su trabajo.
“A una como mujer le cuesta mucho conseguir trabajo aquí. Por medio de la venta de estos productos llega un ingreso que una se gana cada mes. Antes estos productos se quedaban en cada casa, se perdían, ahora pueden venir personas de otros lados y comprarlos. Todos son orgánicos y tenemos mucha variedad”, indica Yes Morera Bonilla, mujer cabécar de la comunidad de Monte de Sión.
Mujeres comprando, otras alistando pedidos. Foto: Ivannia Alvarado Quirós.
La historia de Yes se repite en muchas mujeres que pensaban que no podían generar un ingreso al organizarse y tratar de vender productos que quedaban para consumo propio y que muchas veces se desperdiciaban. “Mi misma familia se ha visto beneficiada. Mi mamá siempre ha cultivado café y hacía todo el proceso para consumo propio, igual con el arroz y la masa de maíz. Pero ahora ella dice que con esa masa de maíz puede ir y vender y comprar azúcar o jabón con esa plata”, comenta Iris Sabina, fiscal de la Asociación Kábata Könana.
Iris, fiscal de la Asociación Kabata Konana.
Foto: Ivannia Alvarado Quirós.
“El rol que ha tomado Maricela ha sido clave. Tiene muchísima experiencia liderando procesos y hoy está en su punto máximo. Ahora Maricela participa en foros internacionales, eventos virtuales de todo tipo, de alto nivel. Hace poco participó en un encuentro virtual con la Ministra de Ambiente y Energía, además fue nominada al premio Héroes del paisaje, otorgado por el Foro Global de paisajes (Alemania). Lo más importante, detrás de Maricela han surgido muchas otras mujeres. Por ejemplo, en las próximas semanas, otra de las chicas tiene una reunión con la encargada de la Embajada Británica para Costa Rica y así te podría comentar más casos”, dice Rosemary Alvarez Vega, Coordinadora Internacional de Proyectos de LOVE FOR LIFE, organización sin fines de lucro que trabaja con la comunidad.
El trueque contra el cambio climático
“Desde diferentes organizaciones (el corredor biológico, IUCN, la cuenta binacional, SINAC y demás) han venido participando y desarrollando una serie de proyectos que tienen que ver con la adaptación natural al cambio climático, y eso es lo que ya hacen los territorios indígenas: el sistema de policultivo, las semillas criollas, la agrodiversidad en las fincas, la rotación de cultivos, lo que hacen en el Estanco. Ellos y ellas ya lo están haciendo. Nuestra labor es nada más impulsarlo”, indica Jeimy Carranza, coordinadora de trabajo con territorios para el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC), área La Amistad Caribe.
Mujer indígena siembra cilantro. Foto: Ivannia Alvarado Quirós.
El territorio Cabécar ha sido una zona donde la incidencia externa, del mundo no indígena, ha hecho que las comunidades indígenas hayan cambiado sus hábitos, considerando el monocultivo como una opción para subsistencia y para obtener mejores ingresos.
En una serie de manuales titulados Cambio climático y bosques: promoviendo la participación del pueblo Bribri y Cabécar (2014) publicados por REDD+, FONAFIFO, Cooperación Alemana y el Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (CATIE), se plantean las principales amenazas que enfrenta el territorio, como la sustitución de los sistemas tradicionales de agricultura por sistemas foráneos, las actividades de caza, pesca, entre otros. La recolección y sistemas productivos diversos se van modificando y ponen en peligro el balance ecológico de la zona, según el documento.
Además, en esa misma publicación se hace hincapié en que la expansión del monocultivo de plátano es un problema actual ya que ha desplazado a los granos básicos y a la agricultura tradicional diversificada. Su producción ha implicado más deforestación, contaminación del suelo, debido al uso desmedido de agroquímicos, plásticos y mal uso de desechos.
Todo esto no solo amenaza la sostenibilidad agrícola sino también contribuye al cambio climático. “Con el abandono de la producción y de la recolección de bienes de consumo tradicional, se contribuye al aumento de problemas de desnutrición y de salud, ya que están ausentes componentes tan importantes en la comida indígena como las carnes silvestres, pescado, tubérculos, pejibayes y musáceas”, cita la publicación.
En 2015 se publicó el Manual de Prácticas Ancestrales Bribrí y Cabécar, como parte del Proyecto el Medio Rural frente a los Retos del Cambio Climático elaborado por la organización Culturas y Desarrollo en Centroamérica (Cudeca), con el apoyo de la Asociación de Desarrollo Integral del Territorio Indígena Talamanca Cabécar (Aditica) y de la Asociación de Desarrollo Integral de Bribri (Adibribri). En este documento se hace referencia a los múltiples beneficios de volver a las fincas tradicionales que promueve el Estanco de trueque virtual productivo, como por ejemplo “el no uso de fertilizantes químicos ni venenos, la producción de alimentos sanos y medicinas naturales a lo largo del año; la contribución a la protección de los recursos y la conservación de la biodiversidad”. Además, el trueque es un espacio cultural de aprendizaje y producción de conocimientos, reseña el manual.
Pepinos orgánicos de huerto familiar. Foto: Ivannia Alvarado Quirós
Desde un punto de vista socioeconómico, como plantea el manual, la integración de esta diversidad de cultivos que permite la zona es una gran estrategia de gestión de riesgos, además de generar distintos ingresos a lo largo del año para todas las familias de la comunidad.
“A pesar de todo lo que ha traído la pandemia, nos ha permitido regresar a lo ancestral, a la reactivación económica desde las familias y eso no tiene precio”, comenta Maricela.
Variedad de productos presentes en los trueques.
Foto: Ivannia Alvarado Quirós.
El Estanco ha contado desde su inicio, gracias a las redes que ha ido tejiendo, con el apoyo de Aditica, así como de la Red Indígena Bribri y Cabécar (RIBCA), de la organización Love for Life y la Alianza Mesoamericana de Pueblos y Bosques; también de la Cooperación Alemana. Además, esta iniciativa forma parte del Plan Indígena de Atención y Recuperación de la Pandemia que RIBCA elaboró para atender la Covid-19.
Estas entidades enfatizan que estas actividades, como fincas tradicionales, intercambios, trueques, el sistema con el que opera el Estanco de trueque virtual productivo, así como la forma de organización comunitaria la Asociación de Mujeres Kábata Könana, son formas de adaptación al cambio climático. Incluso son prácticas que refuerzan los valores de la cosmovisión Cabécar de equilibrio y armonía.
El Estanco de trueque virtual productivo, una vez superada la crisis sanitaria, pretende seguir y se plantea a futuro con más actividades y proyectos. Lo que comenzó como una estrategia frente a la Covid-19 es para Maricela tan solo el inicio de algo más grande, una ruta próspera para mejorar la estima y la reapropiación cultural. Un cimiento claro de que el valor del conocimiento ancestral es intangible.
Maricela con una canasta de productos agrícolas.
Foto: Ivannia Alvarado Quirós.
“Cuando veo que todas las mujeres están empacando plátano, cuando veo que los jóvenes están estudiando porque las mamás tienen cómo mantener sus estudios, cuando veo que hay mujeres proyectándose para el futuro, cuando veo que nuestra cultura sigue viva, es la razón por la que sigo trabajando”, comenta Maricela.
El 15 de julio del 2021 la Asociación de Mujeres Kábata Könan recibió el Premio Ecuatorial otorgado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y sus socios, por la creación del Estanco Indígena de Trueque Virtual Productivo.
El galardón reconoce a las comunidades locales e indígenas de todo el mundo que exhiben soluciones locales e innovadoras para abordar la pérdida de biodiversidad y el cambio climático, y lograr sus objetivos de desarrollo local incluso durante una pandemia.
En la edición #12 de esta premiación, 10 organizaciones fueron seleccionadas como ganadoras, de países como Brasil, Bolivia, Camerún, Costa Rica, Ecuador, India, Níger, México y Kirguistán. Las iniciativas fueron seleccionadas de un grupo de más de 600 nominaciones de 126 países por un Comité Asesor Técnico independiente de expertos de renombre internacional.
Nota. La serie periodística Miradas a los Territorios ¡Resistir para Sanar!, fue producida en un proceso de co-creación con periodistas y comunicadores indígenas y no indígenas de la Red Tejiendo Historias (Rede Tecendo Histórias), bajo la coordinación editorial del medio independiente Agenda Propia.