Templos mayas, pizotes, tapires, jaguares, aves de diferentes tipos, paisajes impresionantes. Cualquiera de esas imágenes puede venir a la cabeza de cualquier persona al pensar en Petén. Previo a la pandemia, este era uno de los sitios más reclamados por el turismo internacional que visitaba Guatemala.
Lo que no se ve, y poco se resalta en las promociones turísticas, es el esfuerzo, la dedicación y el empeño de las comunidades que habitan esas zonas, de crear oportunidades de desarrollo, sin que eso represente un daño para el entorno natural. “Yo creo que es muy bueno que las personas sientan un beneficio directo al dedicarse al tema de la conservación», decía Julio Lizano, un guía de turismo local de Petén.
En la actualidad, el 33% del territorio de Guatemala cuenta con cobertura boscosa, y en esta parte de Petén se encuentra un tercio de ella. Por eso, además de haber sido el antiguo epicentro de la actividad de los mayas, esta zona, conocida como Selva Maya, que comparten Guatemala, Belice y México, es el segundo bosque tropical más grande de Latinoamérica, después del Amazonas, con más de 4 millones de hectáreas de selva, en donde habitan más de medio millón de personas, que necesitan de actividades económicas sostenibles, para garantizar su subsistencia.
El medio internacional Mongabay publicó recientemente un artículo en el que resalta el esfuerzo de trinacional por proteger la Selva Maya: «Con el apoyo de diferentes organizaciones no gubernamentales internacionales, así como de entidades estatales y civiles, los tres países se han dado a la tarea de fortalecer sus propios mecanismos de conservación y aprovechamiento sostenible para crear un corredor biológico«. Añade además que «se espera que este corredor permita la sobrevivencia de la vida silvestre y la obtención de los conocimientos adecuados para crear redes de intercambio de información y experiencias para generar desarrollo sin dañar al bosque y a quienes lo habitan».
Aún después de milenios, especies emblemáticas como el jaguar (Panthera onca), el tapir (Tapirus bairdi) y la guacamaya (Ara macao), continúan siendo parte del imaginario local. Hay otras de gran importancia, como el pecarí de labios blancos (Tayassu albirostris) y las tortugas blancas (Dermatemys mawii), todas en serio peligro de desaparecer.
Con todo este patrimonio natural a la mano, comunidades como La Cobanerita, el Cruce Dos Aguadas, Paso Caballos, y Uaxactún, por mencionar algunas, buscan la manera de crear programas de conservación, que al mismo tiempo permita la llegada de visitantes que gusten de la vida natural selvática tropical que solo seta parte de Guatemala puede ofrecer. En 2019 se creó el circuito El Zotz-Tikal-Uaxactún, un recorrido a pie de tres días y dos noches entre la selva, que permite sumergirse en la densidad de la selva, y entrar en contacto con una realidad que está muy alejada de lo que estamos acostumbrados en la actualidad.
Gracias a un viaje de promoción realizado por el Instituto Guatemalteco de Turismo (Iguat), y con la compañía de un grupo de guías locales y empresas de turismo, se busca promover el proyecto de unificación de las Rutas Mayas, que busca atraer más turismo a lugares como el Biotopo San Miguel La Palotada, El Zotz, Tikal, Uaxactún y las Cuevas Nooch Nach Cultunich en las afueras de la aldea La Cobanerita.
Lizano, uno de esos guías locales, tiene un amplio conocimiento empírico de la zona, lo que ayudó a detectar a un buen número de especies silvestres durante el recorrido. Al igual que sus compañeros, Lizano sabe qué tipo de mamífero, reptil o insecto se puede observar desde los senderos entre los que se movilizan las caravanas de visitantes.
Un ejemplo de ello se dio en el Biotopo San Miguel La Palotada El Zotz, en donde el grupo detectó a una pareja de zorros grises (Urocyon cinereoargenteus) que viven cerca del baño del campamento del sitio. Según uno de los guías del grupo «(los zorros) bajan a buscar comida cada cierto tiempo, y cuando no hay muchas personas cerca, se mueven a ras del follaje de la selva». Son de un tamaño similar al coyote, y es tanto carnívoro como carroñero. Se alimenta de ardillas, ratones, pájaros e insectos.
Otra de las especies que se pudo observar, bajo la hojarasca, fue la cría de barba amarilla (Bothrops atrox), una de las más serpientes más agresivas y mortales de Latinoamérica. Su veneno causa necrosis en el tejido alrededor de la mordedura antes de provocar una muerte lenta y dolorosa.
Tan peligroso es este veneno, que hay anécdotas de personas que se dedican a la extracción de Xate, que han sido mordidas por esta serpiente mientras realizan su trabajo, lo que significó que la selva petenera sería su último lugar de descanso. “Hay caminar como tres horas para salir de la selva, llegar a la comunidad, viajar en carro otras dos horas hasta el área central y esperar a que tengan antídoto. Es mejor hacer la paz con la vida y aceptar el destino”, dijo un xatero.
Durante este recorrido, se pudo conocer que el Zotz es un lugar conocido por la masiva cantidad de murciélagos que habitan en esta zona, de hecho, su nombre es una palabra en maya que significa murciélago. Aunque para el público general sea un lugar desconocido, debido a que Tikal, Yaxhá y la Isla de Flores son los lugares más reclamados por los visitantes, investigadores y biólogos guatemaltecos saben de este sitio debido al Peñón de los Murciélagos, una formación natural de piedra caliza de más de 20 metros de altura, y en donde habitan varias especies de estos mamíferos alados.
La intención de incluir al Zotz dentro de un recorrido turístico, además de brindar oportunidades a los comunitarios, es lograr que la gente comprenda acerca de la importancia que estas zonas tienen para mantener el equilibrio biológico del territorio guatemalteco. Como bien se dice, Guatemala, al igual que el resto de Centroamérica, es un país “megadiverso”, debido a su posición geográfica y su clima. Mamíferos como los murciélagos, son controladores de plagas, esparcir semillas y polinizar algunas plantas. Según la bióloga guatemalteca María José Hernández, quien se dedica al estudio de los murciélagos en Guatemala, «hay tres principales especies a proteger como lo son Trachops cirrhosus, Nyctinmps laticaudatus y Mimon bennettii«.
Añadió además que algunas de estas especies, como Trachops y Mimon, se encuentran en la lista guatemalteca de especies en peligro, debido a la «disminución de su hábitat y al uso de pesticidas químicos para el control de plagas, que afectan a las presas de las que se alimentan».
De Tikal poco nuevo se puede decir. Fue el primer parque arqueológico nacional de Guatemala y su importancia ha trascendido fronteras para ofrecerse como uno d ellos íconos turísticos del país. Esto influyó para que fuera ahí en donde se iniciara la observación de aves como una actividad recreativa, ya que los turistas internacionales que visitaban el sitio, aprovecharon para documentar a la gran variedad de especies de pájaros que se mueven por el lugar.
Es el lugar ideal para realizar el birding, ya que las plataformas colocadas en algunas estructuras, como en los Templos II y IV, permiten tener una visión panorámica de las copas de los árboles, lugares en donde muchas aves se perchan. Aquí pueden verse aves como la chara pea (Psilorhinus morio), los tucanes (Ramphastos sulfuratus), el carpintero pico pálido (Campephilus guatemalensis) y una variedad de loros y halcones.
Uaxactún, por otro lado, es un sitio maravilloso, que poca gente visita, a pesar de estar a solo 23 km al norte de Tikal. En este lugar se descubrió el primer observatorio maya y en él se realizan eventos únicos como la salida del sol durante los solsticios de invierno y verano.
Según cuenta Gabriel Urruela, fotógrafo de vida silvestre guatemalteco, la comunidad de Uaxactún aún pelea con la imagen que su gente tiene de cazadores y usurpadores de tumbas, pero aún así, están dispuestos a demostrar su compromiso con la conservación de la vida silvestre de la zona.
Además de sus estructuras arqueológicas, Uaxaca, como le conocen localmente, permite apreciar aves de rapiña como la aguililla caminera (Ruponis magnirostris) o el gavilán zancón negro (Geranospiza caerulescens). Si la suerte y el tiempo lo permiten, también es posible ver algunos mamíferos pequeños o rastros del gran jaguar.
*Esta historia fue publicada originalmente en Viatori en enero de 2020.
**Gracias a la invitación de INGUAT para la realización de este reportaje