¿Por qué es importante la educación ambiental?

Historia por: Jorge Rodríguez Fotografía por: Jorge Rodríguez Jue 26, Ene 2023

La formación educativa de las personas, debería de ser una de las prioridades de la humanidad en todas las escalas. Desde civismo hasta la educación ambiental, todas las personas del planeta tienen el derecho de tener acceso a información que les permita tener conocimiento del entorno que les rodea y cómo interactuar con él.

En ese sentido, el objetivo del Día Mundial de la Educación, que se celebra cada 26 por iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), es el de formar personas conscientes y preocupadas por el medioambiente, comprometidas y dispuestas a trabajar individual y colectivamente. Pero, como la gran mayoría de acciones relacionadas con el medio ambiente, parece más sencillo decirlo que hacerlo.

¿Por qué es tan importante la educación ambiental? De acuerdo con UNESCO, “la educación ambiental es un proceso participativo que busca concientizar en las personas la identificación de problemas ambientales tanto de nivel global como local”. Es decir, a diferencia de otras formas de educación, la ambiental no busca exclusivamente la formación individual, sino la realización del individuo en simbiosis con un entorno natural determinado.

A nivel global, siempre según la agencia de la ONU, solamente el 20% de profesores en el planeta, se sienten plenamente capacitados para abordar temáticas ambientales. Esto puede ser porque las nuevas generaciones de maestros no fueron formados con la idea de priorizar el cuidado ambiental.

María Fernanda Bracamonte es una bióloga y formadora que vio como la pandemia impactó sus programas de educación ambiental a niñas en un colegio de la Ciudad de Guatemala. Foto: Jorge Rodríguez/Viatori

Armonia y desarrollo

En Guatemala, muchos de los programas educativos asociados a los ecosistemas y vida silvestre del país, permiten que las personas que habitan dentro o cerca de estas zonas de vida, aprendan a interactuar con ellas, sin que esto signifique un perjuicio para ambos.

“Las personas cambian su percepción de los animales y el bosque cuando conocen acerca de su importancia. Trabajamos principalmente con niños ya que ellos no tienen tantos prejuicios respecto a los animales y es más fácil que cambien su actitud hacia ellos. Ellos crecerán con otra mentalidad respecto a los animales y el medio ambiente”, dijo Johana Gil, bióloga guatemalteca y encargada de varios programas de protección de especies endémicas en el oriente de Guatemala.

En la Reserva Natural para la Protección del Heloderma, se implementó una serie de actividades educativas ambientales desde 2002, año en el que comenzó el programa de protección del Heloderma charlesbogerti, una especie endémica del Valle del Motagua. De acuerdo con Gil, se dan charlas presenciales en las escuelas cercanas a la zona protegida, en las que los niños y niñas locales realizan “actividades ludicas, concurso de dibujo (entregamos hojas y crayones a todos y también premios), visita guiada a la reserva Heloderma así como la entrega de playeras promocionales del proyecto, que utilizan para sus uniformes de Educación Fisica”.

La educación ambiental sirve también para proteger la biodiversidad de la región. Previo a 2010, en la región de Mabita, en La Moskitia hondureña, las pocas oportunidades de desarrollo, obligaban a los locales a extraer pichones de guacamaya para venderlos y así obtener algún dinero para su sobrevivencia.

Sin embargo, esta forma de subsistencia puso en riesgo la sobrevivencia de las guacamayas rojas en esa zona del Caribe hondureño. “Con la llegada de biólogos como Héctor Portillo y LoraKim Joymer, aprendimos que estábamos poniendo en peligro a las guaras (guacamayas), entonces decidimos, como comunidad protegerlas”, dijo Santiago Lacoth, líder del proyecto Apu Pauni y miembro del pueblo Miskitu de Honduras.

Anayda Panting y Santiago Lacouth trabajan desde hace 12 años en el cuidado y la protección de la guacamaya roja en La Moskitia hondureña. Foto: Jorge Rodriguez/Viatori

Desarrollo integral

Lo inpsirador de experiencias como las de la Reserva del Heloderma y el proyecto Apu Pauni, no oculta el hecho de que la educación ambiental y el aprendizaje del impacto que las actividades humanas tienen sobre los ecosistemas, no son suficientes si no existen compromisos de los gobiernos para financiar y apoyar estos procesos.

El lema propuesto por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la conmemoración del Día Internacional de la Educación de este año 2023 es “Invertir en las personas, priorizar la educación”. Un día al año, sin embargo, no puede ser suficiente para revertir la tendencia que millones de personas viven a diario.

De acuerdo con UNICEF, 1 de cada 5 niños y niñas en el mundo no asiste a la escuela nunca. Laura Benítez, técnica de Educación Ambiental de SEO/BirdLife, recuerda que “el 25% de la infancia y la adolescencia apenas sale alguna vez al mes a jugar al aire libre y solo el 25% visita el parque urbano o natural diariamente”. Estas son tendencias que deben de revertirse, apoyando actividades en las que niños y niñas puedan entrar en contacto con el entorno natural y así aprender acerca de nuestro papel en los ecosistemas.

“Aprender sobre la naturaleza desde la niñez permite que sean más conscientes de la diversidad que tenemos en Guatemala y de acciones que pueden tomar para apoyar la conservación y tomar decisiones cuando sean adultos para proteger la naturaleza”, dijo Varinia Sagastume, bióloga e integrante del Club de Observadores de Aves Urbanas de Guatemala.

Días como el Día Mundial de la Educación Ambiental permiten recordar que ningún avance es posible, si los conocimientos que la humanidad adquiere constantemente, no son difundidos en todas las regiones del planeta, particularmente cuando se trata del cuidado de la vida natural.

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