La restauración de tierras degradadas es clave para la lucha contra la desertificación

Historia por: Viatori Fotografía por: Paul Aragón/UICN Lun 17, Jun 2024

Cumplir los compromisos mundiales de restaurar 1.000 millones de hectáreas de tierras degradadas para 2030 forma parte del llamado internacional, al que se une la UICN, para este 17 de junio: Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía.

Bajo el lema “Unidos por la tierra: nuestro legado, nuestro futuro”, las Naciones Unidas hacen un llamado a todos los sectores de la sociedad en favor de la gestión sostenible de tierras, en el marco del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía 2024.

A nivel global, la diferencia entre las temperaturas promedio ha venido aumentando a lo largo de los años. Al respecto, la Organización Meteorológica Mundial (WMO, por sus siglas en inglés) registró al 2023 como el año más caliente de los últimos años.

En Centroamérica, las sequías, entendidas como un período de condiciones anormalmente secas durante suficiente tiempo para causar un desequilibrio hidrológico gravehan afectado la producción de granos básicos durante la última década, registrándose pérdidas en las cosechas e impactando en los precios.

Para el 2015, por ejemplo, Guatemala registró una pérdida significativa en cultivos como maíz y frijol, con una pérdida de cerca de 55 mil toneladas de maíz y 11.500 de frijol[1].

En la región, las sequías que impactan distintas actividades productivas se asocian con el fenómeno de El Niño. El aumento en la temperatura superficial del mar en el océano Pacífico Ecuatorial favorece las condiciones secas en el istmo, produce un veranillo (canícula) más corto, días con temperaturas más altas y una época seca más prolongada.

Para el período actual 2023-2024 se consideró una fase de El Niño fuerte[2], lo cual produjo sequías, altas temperaturas e incendios forestales, con impactos en la salud, seguridad alimentaria y energética.

Por ejemplo, para la temporada 2023-2024, la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (CONRED) de Guatemala indicó que para la primera quincena de abril 2024 se encontraban registrados 1550 incendios, de los cuales el 75% correspondían a incendios forestales, siendo Guatemala y Quiché los departamentos con mayor afectación[3].

Esta situación tuvo eco en medios de comunicación internacionales. La Deutsche Welle reportó que en este 2024, Guatemala atravesó un estado de calamidad, recurriendo al llamado de ayuda a otros gobiernos para hacerle frente a la crisis.

Medios internacionales difundieron reportes de entidades como IQAir, que destacan que ciudades como San Pedro Sula y Tegucigalpa, en Honduras, y La Antigua y el Chol en Baja Verapaz, en Guatemala, alcanzaron la categoría de “insalubre” con respecto a la situación de contaminación del aire causada por los incendios.

 

Anomalía de la Temperatura media global con respecto al promedio del período 1850-1900. Fuente: WMO, 19 de marzo 2024. Foto: World Metereological Organization (WMO)

En Honduras, las ciudades mencionadas alcanzaron un nivel “peligroso”; mientras que, en Guatemala, el Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología de Guatemala (INSIVUMEH) reportó, para la tercera semana de mayo de 2024, que la calidad del aire pasó de “mala”, a una categoría de “extremadamente mala”[4].

Debido al aumento en las temperaturas, desde 2023, ha aumentado la incidencia de enfermedades vectoriales como la malaria y el dengue, trasmitidas por los mosquitos Aedes aegypti, causando alertas sanitarias en Guatemala y Honduras[5].

La sequía que afecta a la región este año podría conllevar hacia una inseguridad alimentaria severa en la segunda mitad del año, afectando aproximadamente a 13.8 millones de personas.

Este contexto de sequía tiene mayor presencia en la región denominada como el Corredor Seco Centroamericano, que se extiende a lo largo de la costa del Pacífico de América Central, desde Chiapas, México, en una franja que abarca las zonas bajas y la región central premontana de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, parte de Costa Rica y el Arco Seco de Panamá.

Esta región aumenta su extensión durante años secos, agravando así la cantidad de personas y actividades productivas afectadas por la sequía[6].

Ante esta situación, la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) promueve la adopción de Soluciones basadas en la Naturaleza (SbN), acciones para proteger, gestionar de manera sostenible y restaurar los ecosistemas naturales y modificados que abordan los desafíos de la sociedad de manera efectiva y adaptativa, beneficiando simultáneamente a las personas y la naturaleza.

Las SbN incluyen distintos enfoques como la Adaptación basada en Ecosistemas (AbE), en ecosistemas deteriorados o degradados, como medidas para conservar la salud del suelo, mitigar los efectos del cambio climático, aumentar la biodiversidad y garantizar la provisión de servicios ecosistémicos a nivel de finca y paisaje, como la seguridad alimentaria e hídrica.

A través de iniciativas como Altiplano ResilienteEbALAC o Acelerando la transición global hacia una agricultura sostenible, la Oficina Regional para México, América Central y el Caribe (ORMACC) de la UICN ha impulsado la incorporación de prácticas agrícolas sostenibles en países como Costa Rica y Guatemala.

En la región, por medio del Barómetro de la Restauración, herramienta para el monitoreo de la restauración de los ecosistemas terrestres, costeros y aguas continentales de la UICN, Guatemala, El Salvador y Costa Rica trabajan en la armonización del seguimiento de la restauración de ecosistemas en América Central.

En el marco de este Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía 2024 destacamos el poder de las medidas de adaptación y los procesos de restauración para combatir los efectos adversos de las sequías, en el contexto de un cambio climático cada vez más presente.

Texto publicado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN)

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