Las olas de calor que impactaron en Norte y Centroamérica entre mayo y junio pasados se hicieron 35 veces más probables debido al cambio climático antropogénico que vivimos en la actualidad. Esto significa que sin la mano del hombre, el calor extremo que se sintió durante este período de tiempo habría sido 35 menos probable que sucediera, según explicó el World Weather Attribution (WWA).
Según un comunicado de prensa emitido por la institución climática con sede en Reino Unido, desde marzo, Norte y Centroamérica han sido impactadas por temperaturas peligrosas. En Centroamérica, una densa y extensa nube de humo se colocó sobre el triángulo norte de la región debido a un gran número de incendios en Guatemala, Honduras y Nicaragua que afectó la calidad del aire en estos países, así como la pérdida de miles de hectáreas de bosque en zonas protegidas.. En México, ha habido al menos 125 muertes por calor y 2,308 casos de golpe de calor, cortes de energía, incendios forestales y una mortandad masiva de monos aulladores en peligro de extinción.
Mayo de este año fue el mayo más caluroso registrado a nivel mundial y el decimotercer mes consecutivo en romper un récord de temperatura. “Las temperaturas potencialmente mortales y récord están ocurriendo cada vez más frecuentemente en EE. UU., México y América Central debido al cambio climático. Mientras los humanos llenen la atmósfera con emisiones de combustibles fósiles, el calor solo empeorará: las personas vulnerables seguirán muriendo y el costo de vida continuará aumentando”, dijo Izidine Pinto, investigador del Instituto Meteorológico Real de los Países Bajos.
El cambio climático causado por la quema de petróleo y otros derivados de este combustible fosil, así como la deforestación está provocando que estas olas de calor sean más frecuentes, más largas y más intensas en todo el mundo. Una ola de calor es un período excesivamente cálido en el que las temperaturas máximas y mínimas superan, al menos durante 3 días consecutivos y de manera simultánea.
En este estudio realizado en el suroeste de EE. UU. y México, así como Guatemala, Belice, El Salvador y Honduras, los investigadores concluyeron que las temperaturas máximas de cinco días en mayo-junio como las registradas este año, se espera que ocurran aproximadamente cada 15 años en el clima actual que se ha calentado 1.2°C. Esto contrasta con las proyecciones que se tenían alrededor del año 2000, cuando las temperaturas globales eran medio grado más bajas que ahora, se esperaba que tales eventos ocurrieran solo una vez cada 60 años.
Este tipo de estudios también toma en consideración las temperaturas nocturnas, ya que estas son peligrosas para la salud humana porque el cuerpo no puede descansar y recuperarse, aumentando el riesgo de golpe de calor y otras enfermedades relacionadas con el calor.
“Para determinar el papel del cambio climático, combinamos observaciones con modelos climáticos y concluimos que el calentamiento inducido por el hombre debido a la quema de combustibles fósiles hizo que el evento de temperatura máxima de 5 días fuera aproximadamente 1.4 grados más caliente y unas 35 veces más probable. Para las temperaturas nocturnas, esto es aproximadamente 1.6 grados más caliente y unas 200 veces más probable”, dice el informe.
Estas tendencias continuarán con el calentamiento futuro y eventos como el observado en 2024 serán muy comunes en un mundo con 2°C, es decir, con las temperaturas globales promedio en el año 2000, una persona viviría eventos climáticos extremos una vez cada 60 años, mientras que con las temperaturas actuales, se estima que esa persona experimente ondas de calor como las ocurridas en mayo y junio de este año una vez cada 15 años, es decir entre 5 y 6 veces durante su vida.
“No es sorprendente que las olas de calor sean cada vez más mortales. Desde el año 2000, en solo 24 años, las olas de calor de junio en América del Norte y Central se han vuelto 0.8°C más calientes, exponiendo a millones de personas a un calor peligroso”, se lamentó Friederike Otto, profesora titular de Ciencias del Clima en el Instituto Grantham – Cambio Climático y Medio Ambiente, Imperial College London.
En Guatemala, de acuerdo a informes de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (CONRED), durante la temporada 2023-24 de incendios en el país, se registraron 2,634 incendios que consumieron 130,628 hectáreas de bosque, siendo en el norte, en Petén, en donde se perdió la mayor cantidad de bosque con 88,191 hectáreas afectadas por los incendios. En Honduras, el Instituto de Conservación Forestal anunció que solo durante el primer semestre de 2024 se registraron 3,168 incendios, es decir un 2% más que en toda la temporada 2022-23 y 296,916 hectáreas de bosque quemadas, lo que significa 73,422 más que en todo 2023, que contabilizó 223,494, para un aumento del 32%.