Imelda Pop es una mujer Maya Q’eqchi’ atípica en comparación con la mayoría de los 63 mil hablantes de este idioma maya en Guatemala. Ella habla fluido idiomas como el hebreo, inglés, francés y portugués, por mencionar algunos. Esto debido a que durante varios años de su vida, trabajó como una de las encargadas de la taquilla de ingreso al Monumento Natural Semuc Champey, ubicado al norte del país.
Este sitio recibe anualmente unas 100 mil visitas de turistas. En 2022 se registró la visita de unas 40 mil personas al parque, en su mayoría europeos e israelíes. Eso le dio la oportunidad a Imelda de abrirse a otras culturas y así poder atenderlos de mejor manera. «Nos sentimos orgullosos de ser vecinos de este monumento natural, porque sabemos que hacemos feliz a muchas personas», dijo.
Semuc Champey es un paraíso escondido en el corazón de Alta Verapaz y más que un destino turístico; es un santuario natural donde la selva y el agua han creado un espectáculo natural inigualable. Su nombre es una palabra en q’eqchi’ que significa «donde el río se esconde bajo la piedra», una descripción literal de lo que ocurre aquí: el caudal del río Cahabón desaparece bajo un puente de piedra caliza de 350 metros de largo para luego formar una serie de pozas naturales que conforman el área protegida, con cataratas de hasta 12 metros de alto, alimentadas por ríachuelos del lugar.
El Monumento Natural Semuc Champey es uno de los cinco destinos turísticos dentro de áreas protegidas más visitados en el país y uno de sus atractivos es su mirador. Para llegar a la cima, hay que hacer una caminata de unos 30 minutos.
Su belleza paisajística se complementa con una rica diversidad biológica. El área de 919 hectáreas resguarda alrededor de 120 especies de árboles y bejucos, así como unas 100 especies de aves, entre las que destacan el Tinamú grande, Pato criollo, Garza azul, Avetoro americano y el Halcón tijereta. También hay 34 especies de mamíferos, 25 especies de reptiles y anfibios y 100 especies de peces.
Desde el mirador de Semuc Champey es posible apreciar una vista aérea de los 350 metros de largo de las pozas naturales que conforman el área protegida. Foto: Jorge Rodriguez/Viatori
Detrás de esta postal idílica, Semuc Champey también ha sido testigo de conflictos. Desde su declaratoria como área protegida en 2005, las comunidades q’eqchi’ que habitan la zona han luchado durante años por su derecho a gestionar el sitio. Durante los últimos diez años, Semuc Champey ha sido escenario de conflictos de tierras e incendios forestales que han afectado tanto a las comunidades locales como al ecosistema de la región.
En 2015, comunidades indígenas q’eqchi’ ocuparon el parque natural de Semuc Champey, reclamando la gestión y beneficios económicos del área protegida. Esta ocupación derivó en un desalojo en julio de 2016, durante el cual se reportaron enfrentamientos que dejaron heridos a tres agentes de la Policía Nacional Civil (PNC). Las comunidades locales denunciaron el uso excesivo de la fuerza por parte de las autoridades y señalaron la falta de desarrollo y beneficios económicos derivados del turismo en la zona.
El decreto 25-2005 estipuló que los ingresos que el parque genera debían de repartirse en tres: 60% para la conservación y protección a través del CONAP, 10% para la municipalidad de Lanquín, y 30% para las comunidades Semuc Champey, Chicanuz, Semil y Chisubin. El ingreso de ese 30% es el que ha motivado a algunos comunitarios a ejercer presión por el control del parque. «El grupo llamado Los Ancestrales, lo que buscan es botar el decreto para hacerse ellos con la administración del área», dijo Ernesto Caal, presidente del consejo comunitario de la aldea Semil.
Según Caal, el riesgo de que Los Ancestrales puedan tener éxito es latente, lo que les perjudicaría tanto a ellos como a la integridad del área protegida. «Ya no habría buena coordinación para cuidar el área Monumento Natural, ni habría la coordinación con los máximas autoridades, como ahorita hay con CONAP, con Inab (Instituto Nacional de Bosques) y otras instituciones que velan por las áreas protegidas», añadió.
En 2016, después de 10 meses de ocupación, el grupo fue desalojado violentamente por la PNC, lo que expuso las tensiones entre el Estado y las comunidades indígenas.
Las actuales autoridades de CONAP apuestan por fortalecer la co-administración del parque. De acuerdo con el subdirector de la entidad estatal, Gerardo Paiz, en la actualidad se llevan a cabo proyectos de desarrollo que se definen según la Asamblea Comunitaria, que se instauró oficialmente en 2015, con base a las necesidades de la comunidad. Entre otros beneficios, la entidad recluta a comunitarios para trabajar dentro del parque, a quienes se les brinda capacitación en temas de educación ambiental y servicio al cliente. «Además, les asegura a las personas al menos tres meses de trabajo estable, debido a que no hay otras fuentes de ingresos en la zona», dojo Paiz.
«Aquí en la aldea Semil hemos solicitado bloc, hierro, lámina y otros materiales, así como herramientas y fertilizantes. Estamos contentos porque las autoridades están cumpliendo con los compromisos que están escritos», dijo Imelda Pop.
Los desafíos ambientales tampoco han faltado. En mayo de 2024, un incendio forestal afectó parte del paredón de piedra, obligando a las autoridades a restringir temporalmente el acceso a las pozas. Aunque el fuego fue controlado, dejó una huella en la selva que tardará años en sanar.
En 2023, CONAP entregó varios proyectos de beneficio para Aldea Semil, San Agustín Lanquín, Santa María Semuc Champey, San Agustín Lanquín, Chisubín y San Agustín Lanquín, Alta Verapaz. Foto: CONAP
En Lanquín hay otro destino turístico que genera interés para los visitantes a esta región guatemalteca. El Parque Nacional Grutas de Lanquín fue una de las primeras áreas protegidas declaradas en Guatemala. Es un enorme complejo de cuevas, consideradas sagradas por los Q’eqchi´ que habitan la zona.
Son un refugio clave para los murciélagos. El área se caracteriza por ser una zona de origen kárstica y sedimentaria, por lo que existe un sistema cavernario extenso del cual las grutas es de las pocas cuevas exploradas. Según la tradición, eran un lugar de conexión espiritual donde se realizaban ceremonias y rituales mayas. Se cree que las cuevas representan la entrada al Xibalbá, el inframundo maya descrito en el Popol Vuh.
Uno de los espectáculos más impresionantes ocurre al atardecer, cuando miles de murciélagos salen en un torbellino desde la boca de la cueva en busca de alimento.